La humanidad avanza a pesar de todo. Zigor Aldama



La humanidad avanza a pesar de todo

 

Zigor Aldama

 

(Publicado en Diario Sur)


                                                                                Publicado este gráfico en Gaceta unam


No hace falta remontarse a la Edad Media para certificar que las condiciones de vida de la mayoría de la población mundial mejoran. Es más, la Humanidad ha dado su mayor salto en el último siglo, impulsada por la revolución industrial y los valores democráticos. Nada lo refleja mejor que una métrica: la esperanza de vida. En 1950, el ser humano vivía de media 48 años, una cifra que escondía la gran diferencia que separaba los 38 años que solía vivir un africano y los 62 de un europeo. Actualmente, la media global es de 71 años.

En este periodo la esperanza de vida se ha alargado en 23 años, un logro que resulta especialmente espectacular si lo comparamos con los 15 meses que se le ganaron a la muerte entre 1770 y 1870, cuando se pasó de vivir una media de 28,5 años a 29,7. Además, aunque la brecha que separa África del continente con la población más longeva -ahora Oceanía- sigue siendo elevada, esa desigualdad se ha reducido en seis años desde 1950. 



                                    Evolución de la esperanza de vida. OWID

Y como vivir sirve de poco si no es dignamente, hay otra variable que es especialmente relevante: la del porcentaje de población por debajo del umbral de la pobreza. Ahí no hay que remontarse tanto en el tiempo para apreciar una mejora sustancial. Casi el 40% de todos los seres humanos vivían en la extrema pobreza en 1990, mientras que hoy son menos del 10%. Gran parte de esa mejora proviene de Asia, sobre todo del milagro económico de China y su reproducción con más o menos éxito en el sudeste asiático e India, razón por la que en Oriente la perspectiva de la población es mucho más optimista.



                           Porcentaje de la población viviendo en pobreza extrema. OWID

Por otro lado, ya no hay que tener cinco hijos para que dos salgan adelante. La probabilidad de que un bebé muera en su primer año de vida ha caído del 14% en 1990 al 3% actual. Curiosamente, este hecho no se traduce en un incremento exponencial de la población porque, con la excepción de los países musulmanes que restringen el acceso de la mujer al mundo laboral, la natalidad se reduce de forma más o menos proporcional al aumento de la calidad de vida. Ya no es cuestión de procrear como animales, sino de ofrecer a los hijos una vida cada vez mejor dedicándoles más atención y recursos. 



        Probabilidad de que un niño y una niña mueran en su primer año de vida. OWID

Así, las predicciones apocalípticas que se hacían con el cambio de siglo sobre la incapacidad de la Tierra para dar de comer a tantas bocas chocan con una realidad en la que preocupa más el envejecimiento de una población mundial que tocará techo en las próximas décadas. No en vano, la producción de cereal se ha triplicado en las últimas seis décadas, así que el reto ahora es mantener y avanzar en el estado de bienestar con menos cotizantes y más pensionistas.

Además, el mundo en su globalidad es más igualitario. Y donde mejor se refleja es en la reducción de la brecha de género, que, sobre todo en los países desarrollados, se ha reducido considerablemente. En el Reino Unido, por ejemplo, ha caído del 47,6% en 1970 al 16,8% en 2016. Islandia incluso la ha ilegalizado: en 2018 prohibió que una mujer cobre menos que un hombre en un mismo puesto de trabajo. Algo similar sucede con los derechos y las libertades individuales.



                                       Brecha de género en los salarios. OWID

Aunque puedan retroceder puntualmente, la tendencia hacia el avance es clara. Pero es difícil encontrar un dato que sirva para medir el desarrollo de un país en su conjunto. El Índice de Desarrollo Humano es el más utilizado en instituciones internacionales para este fin. Y, aunque su crecimiento es más lento, también se da en todas las regiones. Su evolución demuestra la necesidad de reformular el proverbio: cualquier tiempo pasado fue peor.



                                  Evolución del Índice de Desarrollo Humano. OWID

¿Quiere eso decir que nuestra sensación de desconsuelo es injustificada? Pues tampoco. Es evidente que algunos países occidentales han iniciado un declive socioeconómico relativo que se ve exacerbado por políticas neoliberales que están dañando a la clase media. El mundo desarrollado continúa creciendo, pero al hacerlo a un ritmo notablemente inferior al resto, la ventaja se va reduciendo. Es una buena noticia para la mayor parte del mundo, pero no para Occidente, donde la curva de muchas variables parece haber entrado en una meseta de estancamiento.

Esa desigualdad se aprecia bien en la parte de la riqueza del país que se embolsa el 1% más rico. En todos los países europeos y americanos cayó con el auge de la clase media en el siglo XX, pero a finales comenzó a crecer de nuevo y ahora se encuentra en niveles propios de la década de 1920.



                    Porcentaje de la riqueza nacional en manos del 1% más rico. OWID

Además, la desigualdad ha comenzado a crecer de nuevo en las sociedades europeas también como efecto de las migraciones, que amenazan con agudizar la brecha entre clases y crear guetos.

Por si fuese poco, diferentes focos de tensión latente pueden estallar en cualquier momento y provocar una catástrofe similar a la de las guerras mundiales. No son pocos quienes vaticinan un enfrentamiento militar entre China y Estados Unidos, las dos grandes superpotencias que pugnan por la hegemonía mundial, en un conflicto que podría escalar a categoría nuclear. Más seguro e inminente es el cambio climático, la gran amenaza que se cierne sobre la humanidad. Es un problema global que está poniendo a prueba la capacidad del ser humano para atajarlo coordinando sus acciones en todo el mundo. Y ahí no parece que haya mucha razón para el optimismo.

 

 

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