Asuntos de actualidad
Días pasados en un seminario de filosofía
uno de los ponentes del tema Globalización e insurgencia nacionalista, el
escritor Lluís Boada, hablaba de su
formación y pasado marxista y de uno de los múltiples libros que ha publicado sobre
estos temas. No discutía que los populismos y nacionalismos actuales fuesen
también otra consecuencia de la globalización si no que a pesar de ello, consideraba que el
independentismo catalán era positivo para la sociedad. No supo o no quiso precisar
por qué, pero si expresó que las manifestaciones nacionalistas lo habían hecho
feliz por el “reencuentro bonito con el pueblo hermanado en las calles, manos
con manos, con enormes banderas y una conducta de la masa muy educada ya que no
dejaron ni papeles en la calle”. Los que lo escuchábamos, establecimos sin
hablar entre nosotros, que estábamos ante el cíclico síndrome de obnubilación producido por las emociones derivadas de la masa en movimiento. Este síndrome se ha repetido
a lo largo de la historia y con más frecuencia en regímenes totalitarios. Para
finalizar el mencionado ponente, nos aclaraba que ya no era marxista pero que sí
lo había sido. Realmente no hacía falta tal aclaración en un foro como en el que estaba, ya que marxismo y nacionalismo son antitéticos. En fin, estábamos
ante un marxista transmutado en independentista “flower power” que había
descubierto el fluir del amor en las calles de Barcelona.
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Los “mentirantes” y los sentimientos
El neologismo mentirantes hace referencia a los políticos que
hacen daño a su comunidad por los actos que ejecutan ya sea como mentirosos o
como ignorantes y también en ocasiones por ambas cosas a la vez. Se discute
también el término mentisables (mentirosos e irresponsables). Un ejemplo
cercano de esto lo hemos tenido recientemente en los miembros del ex govern catalán. O
han engañado a parte de la ciudadanía catalana apelando a sentimientos o han
equivocado por ignorancia e irresponsabilidad las condiciones que requería esa
llamada declaración de independencia.
Nunca explicaron a la ciudadanía que los apoyaba el papel grotesco
y de vodevil que protagonizaron durante semanas.
¿Podrían estos políticos haber exigido a sus ciudadanos el
cumplimiento de la ley en su quimérica república cuando ellos se planteaban
para la construcción de la misma el desconocimiento absoluto de todas las
normas de un estado de derecho? ¿O es que solo gobernarían para una parte de la
sociedad como se hace en todo estado autoritario donde el pluralismo político
se extingue? ¿Pueden estos políticos dar ejemplo de ciudadanía cuando a
sabiendas incumplen reiteradamente las leyes, para a posteriori lamentarse por las repercusiones penales de
ese desacato?. Muchas preguntas para los mentirantes aunque quizás ahora no
puedan responder ya que están elaborando nuevas estrategias para la fractura de
la convivencia, el freno a la economía y el incremento de la pobreza en gran
parte de la población a la que no le basta las borracheras emocionales de las
movilizaciones para afrontar la vida cotidiana.
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