Contrarreforma mundial. Peligro para las democracias. J. Gracia

Consagración de la Contrarreforma

  • JORDI GRACIA  (Publicado en El País)
  • https://lectura.kioskoymas.com/article/281818584346765

  • En la gigantesca pizarra blanca que ocupa media pared de su despacho, el director de Opinión de este periódico solo tiene escrito un lema: “El Apocalipsis casi siempre defrauda a sus profetas”. El problema está en definir el apocalipsis porque es una figura retórica, una fantasía, una mera ilusión (o contrailusión) humana nacida de un texto presuntamente sagrado que habla de oídas, como mínimo. Lo de veras doloroso es que hemos ido trampeando y digiriendo las señales de alarma graves sobre la transformación que la estructura social de Occidente está viviendo a toda velocidad en manos de algunos de los gigantes tecnológicos que tienen nombres y apellidos.


El resultado electoral en Estados Unidos significa la consagración de la contrarreforma reaccionaria emprendida por las derechas frente al avance consistente, continuado y efectivo del reformismo progresista de inspiración ilustrada. Las conquistas inéditas y estupefacientes del feminismo de la igualdad, del respeto a las minorías sexuales y de reconocimiento de derechos a las minorías raciales han sido espectaculares en las últimas tres décadas pero no a todo el mundo ni a toda la sociedad le han parecido bien, como tampoco a todo el mundo le ha parecido bien identificar una emergencia crítica transversal en la elevación de la temperatura global del planeta y sus consecuencias devastadoras, y muy recientes en España. Pero algunos de los que han sabido catalizar ese malestar social que ha creado el avance del reformismo progresista se sentarán en la Casa Blanca, con el apoyo explícito de Elon Musk y sus múltiples intereses empresariales a su agenda reaccionaria.


Dicho de otra manera, el cambio de categoría histórica que significa este segundo mandato de Trump consiste en llevar al puente de mando a algunos de los tienen ya de hecho el mando en el control y difusión de la información y el poder económico global, y en particular Elon Musk. Una sola Administración de Trump puede controlar los tres grandes poderes que rigen hoy el mundo con una corrosión de los principios democráticos a la que hemocracia mos asistido en directo y hasta hemos alimentado alegremente enganchados a esta o aquella red social en los móviles. Nunca ningún sistema de información tuvo la capacidad de penetración social, de capilarización doméstica, como la que hoy existe a través de instrumentos que carecen de regulación legal, ampliamente impunes, más allá del sarcasmo de sus presuntos sistemas de moderación. El activismo de la desinformación militante, teledirigida y geolocalizada forma parte de nuestro mundo desde hace al menos una década y su comportamiento es distinto en los distintos Estados del mundo en función de los intereses materiales de sus dueños: no es un malo de película Elon Musk por alimentar el odio y la violencia sin control porque sí o por afición. Es más simple: el odio y la violencia mantiene más tiempo conectados a sus clientes, de manera que sus datos constituyen la auténtica minería multimillonaria.


La democracia es el único sistema que hemos inventado para controlar y regular a través de las leyes y las instituciones la impulsividad emocional del ser humano. En lugar de que una madre asfixie con sus propias manos al violador de su hija, la democracia exige a la madre poner a disposición de un juez al sujeto sospechoso para tasar el delito y la pena. Hoy una parte de las redes sociales propician la circulación desaforada a través de los móviles de emociones reactivas e impulsivas que fomentan exactamente lo contrario: azuzar y alentar la respuesta primaria e instintiva, antidemocrática, como forma de nueva libertad de expresión y canal de evacuación de las toxinas de cada sujeto. Lo dijo Elon Musk hace nada: los medios sois vosotros. Es el lema de la nueva antidemocracia.


La amenaza potencial a escala global del poder de una parte relevante de Silicon Valley ha encontrado en Trump el aliado ideal para seguir exprimiendo sin límites y sin temor alguno a regulaciones efectivas, ni tributarias ni de derechos, sus grandes inventos. Esta suerte de neofascismo del siglo XXI no responde al esquema histórico de los fascismos de entreguerras sino a una nueva modalidad de contrarreforma nacida de las posibilidades de influencia social y política de las redes sociales, junto a la gestión profundamente equivocada que los poderes institucionales hicieron de la crisis de 2008. Sus secuelas pusieron el caldo de cultivo para que la depauperización de las clases medias encontrase en la desinformación y la rabia que escupen sus pantallas una fuente de rebelión al sistema. Ha triunfado un auténtico antisistema en estas elecciones empujado por la revolución tecnológica, por los errores de gestión de la crisis de 2008 y por los cambios brutales que demanda el proceso de descarbonización: las víctimas encuentran refugio en las redes, el odio y la desinformación interesada pero consoladora.


No, no es el Apocalipsis: es peor que esa mera fantasía verbal. Es el triunfo de la contrarreforma política y moral, el autoritarismo desacomplejado y la alianza con algunos de los gigantes tecnológicos y sus intereses de crecimiento económico y hegemonía a costa de la continuidad de la democracia liberal en la plenitud de sus funciones políticas.

Una parte relevante de Silicon Valley tiene en Trump al aliado ideal para exprimir sin límites sus inventos

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