¿Cambiamos con el paso de los años?. J. Peral

 ¿Cambiamos con el paso de los años?

 Joaquín Peral


                                                                    Persistencia de la memoria. S. Dalí


El lector podría responder de inmediato a esta pregunta con un sí rotundo y ahí se acabaría el asunto. Pero en mi caso se suscitaron variadas reflexiones a su vez desencadenadas por la lectura de un artículo de la prensa.


Días pasados leí una columna periodística de Leila Guerriero que decía en una parte del texto: “…me pregunto cuántas otras cosas yo era y ya no soy, yo tuve y ya no tengo, yo supe hacer y ya no sé.”


Esa frase me dejó pensando sobre los cambios que tenemos las personas a lo largo de la vida. Aunque muchas veces hacemos balance de lo que fuimos y de lo que somos, pienso que es más frecuente hacerlo en las etapas más avanzadas de la existencia y con cierto ánimo de valoración de hechos positivos o su contrario lo que nos lleva a meditar sobre lo que queda por delante. En esos balances con frecuencia los individuos detectan, a veces asombrados, cambios o modificaciones ocurridas en el tiempo respecto a la propia personalidad, a pensamientos o valores que pueden acompañar o no en este periodo final de la vida.

La mirada sobre lo que nos rodea y también de nosotros mismos, va variando con la edad, con las demandas y circunstancias externas y otros factores más difíciles de identificar. Nos vemos también a nosotros mismos de manera diferente en la infancia, juventud o en la etapa adulta donde nos vamos integrando de forma más completa en la sociedad.

 

Personalmente pienso que el cambio está siempre presente, aunque con cada persona puede variar la intensidad del mismo.

Ya en otras ocasiones mencioné al filósofo Heráclito dado que me identifico con su pensamiento respecto al “cambio”. Se podría resumir la idea central de este pensador con el concepto de que lo único permanente es el cambio.


Esta afirmación del natural de Éfeso, hace ya más de 2500 años lo ponía en controversia con otros pensadores de la época. Pero dejo de lado su pensamiento y me quedo con el concepto de que todo es mutable y no me refiero solamente a la naturaleza o al universo, sino que en este asunto pienso en algo menor como es el ser humano. Las ideas del “Oscuro” como se le llamó a Heráclito en su tiempo, son aplicables también a las transformaciones y cambios que una persona tiene a lo largo de su existencia. Las variaciones somáticas o estrictamente biológicas no presentan ninguna duda. Los cambios o modificaciones de la personalidad de un individuo, del mismo modo, se darán a lo largo de la vida y estarán mediados por aspectos genéticos, ambientales, culturales y socio-económicos entre otros. La susceptibilidad respecto a la intensidad de los cambios y la dirección o sentido de los mismos dependerá de cada persona en concreto. En el terreno de los valores, principios ideológicos o sobre la mirada hacia los cambios de la sociedad, hay individuos muchos más rígidos en cuanto a las variaciones propias y del entorno. Quizás esa rigidez les aporta más seguridad en su periplo vital. En cambio a otros esa conducta o comportamiento les provocaría unas sensaciones de inmovilismo y pérdida de libertades.

 

Estas reflexiones me llevan a hacer un esfuerzo para intentar recordar cómo era yo en diferentes momentos de mi vida. Qué sentía, cuáles eran mis planes y objetivos, cómo veía al mundo y a mi entorno, etcétera. Concluyo que, sin duda, he tenido cambios a veces producidos por el azar, por experiencias vividas, otras veces buscados y también quizás por la propia madurez evolutiva del cerebro. En este punto, creo que además de lo dicho anteriormente, juegan un papel muy importante las personas que nos rodean en cada momento de la vida. Los amigos, la pareja, los hijos, el entorno laboral, los proyectos a acometer entre otras cosas, pienso que son muy importantes en los cambios y en el sentido de estos. 

 

En este punto me planteo si la ancianidad confiere algo de sabiduría. De manera tópica se suele decir que sí. Pero, aunque comparto en general esa afirmación, creo que tiene matices que dependerán de un sin número de circunstancias que han precedido a esta etapa de la existencia y a como ésta se esté desarrollando en ese periodo.

 

En ocasiones en esa fase vital, cuando se está impulsado por ideas, proyectos, avidez de adquirir y transmitir conocimientos y realización de actividades, puede convertirse en una angustiosa experiencia si no va acompañado de salud, calidad y expectativa de vida.

Hace unos días en la presentación de un libro cuyo admirable autor está a punto de cumplir noventa años, le escuché responder a una pregunta sobre su estado y decía que el problema era sentir que se tenía a esta avanzada edad cierto grado de sabiduría producto del conocimiento y de la experiencia, pero al ser consciente del breve tiempo que quedaba por delante, se producía una sensación displacentera que no era fácil explicar con palabras. Llanamente, nos decía que le faltaba el tiempo para lo que sentía que todavía quería hacer.

 

En fin, creo que todos sufrimos grandes cambios a lo largo de la vida y por supuesto también en esa esfera que es el “yo“ o el “sí mismo”.  Sin duda que esos niveles de conciencia expresados a través del yo, están vinculados al desarrollo evolutivo del sistema nervioso central que hemos tenido como homo sapiens a lo largo de miles y miles de años.

 

Cuando analizamos si hemos tenido cambios en nuestro ”yo”, o dicho profanamente, cambios en nuestra auto percepción de sí mismos a lo largo de nuestra existencia, nos vemos conducidos a tratar de entender qué es el “yo”.

 

Desde la  psicología analítica de Jung debe entenderse por «yo» el factor complejo al que se refieren todos los contenidos de la consciencia.

Para Jung, constituye en cierto modo el centro del campo de la consciencia. Aun cuando teóricamente este campo es ilimitado, empíricamente se ve limitado desde el terreno de lo desconocido, que comprende tanto el mundo exterior como el interior o inconsciente.  Los psicoanalistas para explicar el yo, la consciencia y toda esta funcionalidad cerebral crean y emplean otros términos como el Yo, el ello y el super yo.

Según Ana Freud el Yo es un elemento del aparato psíquico que juega un papel protagónico, ya que se encuentra entre el consciente y el inconsciente. Tiene un rol  muy activo en la toma de decisiones entre las demandas pulsionales y las demandas de la realidad. En pocas palabras el Yo es parte de la identidad y esencia de una persona, es algo que se construye, con la finalidad de adaptarse a los diferentes escenarios de la vida, una posición subjetiva que incluso puede ser desconocida por el individuo en muchos momentos.

 

El Yo viene a ser el sentido corporal-emocional del sí-mismo, que experimenta momento a momento. Corresponde al conocimiento tácito del sí mismo y de la realidad. Es un nivel predominantemente inconsciente, que ordena las intuiciones perceptivas emocionales y de espacio-tiempo. Tras leer estos conceptos no tengo dudas que el "yo" sufre cambios y embates continuos en la vida de un individuo. Por lo tanto no es estable sino todo lo contrario, muy cambiante.

 

Aunque consideremos estos aportes psicoanalíticos como una explicación más, está claro que la percepción propia individual de los cambios producidos o no durante la vida, pueden estar en el balance personal que hagamos, algo alterados o “maquillados”. Sin embargo, y sin entrar en más profundidades, pienso que cambiamos a lo largo de nuestra vida y que la supuesta e hipervalorada “coherencia” sin variaciones o "principios inamovibles", puede ser simplemente una postura defensiva en muchas situaciones o incluso una anomalía si esta es real. Probablemente es por eso que siento cierto rechazo al mantenimiento de algunas "tradiciones" y a las acciones que se realizan porque "se han hecho así toda la vida". Todos cambiamos, lo deseable es que lo hiciéramos hacia valores positivos como la solidaridad, la empatía, el altruismo y la bondad hacia al prójimo, y por supuesto sin olvidar una homeostasis necesaria para mantener la integridad personal.

 

Así es amigos, cada uno tendrá un concepto y una valoración de la inalterabilidad o su contrario, los cambios, que ha sufrido en su vida. Las equivocaciones, los arrepentimientos, el conocimiento, el saber, la formación, el azar, nuevos valores, los afectos y un largo etcétera, serán o habrán sido los causantes de la transformación acaecida en nuestra personalidad o en el Yo en el momento del balance.


Como decía antes, lo único permanente es el cambio. Lo asumamos y tratemos de darle los mejores contenidos en valores para que hagan algo mejor la vida a cada uno de nosotros mismos y a las personas contemporáneas que comparten actualmente nuestro mundo.


De unas frases de una columna periodística fui catapultado a preguntarme muchas cosas, lo que ha terminado en un borrador desordenado y deficiente, pero que al menos espero que logre en el lector cuestionamientos similares a los que a mí me llevó el texto de Leila Guerriero.


Mientras pensáis sobre el tema os invito a escuchar a Coldplay (Fix you) y a The Beatles (Yesterday). Un saludo al lector que me acompaña en estos erráticos pensamientos...

 

https://youtu.be/k4V3Mo61fJM?si=6aV2C_WxU8xWM3CV


Yesterday. The Beatles


https://youtu.be/jo505ZyaCbA?si=FoJ-btlWFYcAQoMe

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