Editorial. ¿Cuál ha sido el momento más feliz de tu vida?. José Herrera

Editorial

José Herrera Peral


¿Cuál ha sido el momento más feliz de tu vida?


                                                                   Eros. Pintura de Alejandro Arenas


Queridos amigos:


Espero que estéis bien, disfrutando con protección, de estos calores de junio ya que al parecer tendremos en los próximos meses una temperatura insoportable. Los amantes del fútbol están seguramente pasándolo bien con los partidos del torneo europeo de naciones. Por lo demás, como sabéis el mundo sigue igual, empeñándose en conquistar cotas cada vez más altas de estupidez y de maldad humana.


Quizás os sorprenda el título de esta editorial ya que después de una serie larga donde abordé temas más sociales y preocupantes paso ahora a iniciar este nuevo artículo con un titular que puede sonar a superficial e insustancial.

Al menos yo lo percibí así cuando un buen amigo de mi edad me hizo la pregunta que está al inicio.

Probablemente a los que ya tenemos muchas décadas de existencia se nos plantee como una necesidad hacer ciertos balances de lo vivido y ello de lugar a este tipo de interrogantes.


De todos modos quiero señalar que no se refería a la felicidad con mayúsculas sino a momentos puntuales en la vida personal. Para una concepción más amplia de ese sentimiento ya se ocuparon filósofos notables a través de la historia. A continuación os pongo algunas ideas de estos personajes referidas a la felicidad en su conjunto:


 «La verdadera felicidad no consiste en tenerlo todo, sino en no desear nada» — Séneca (4 a. C .- 65 d. C.)

«Los únicos que son felices son los que tienen sus mentes fijas en algún objeto que no sea su propia felicidad.» — John Stuart Mill (1806-1873) 

«Nunca somos tan felices o infelices como imaginamos.»  — François de La Rochefoucauld (1613 – 1680)

«Las personas olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias.» — John Locke (1632-1704)

“La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación.” — Immanuel Kant (1724-1804)

“Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.” — Bertrand Russell (1872-1970)

«Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.» — Jean Paul Sartre (1905-1980)

«¿Qué es felicidad? El sentimiento de lo que acrece el poder; el sentimiento de haber superado una resistencia» — Friedrich Nietzsche (1844 – 1900)


Volviendo al tema de la pregunta inicial ¿Cuál ha sido el momento más feliz de tu vida? ,quizás podamos verlo desde otro prisma.

Cualquiera sea la edad de una persona si le hacen esta pregunta o se la hace uno a sí mismo y dependiendo el contexto en el que esté, originará una búsqueda en el baúl de los recuerdos para terminar quedándose, sin poder elegir con nitidez, con unas cuantas remembranzas de vida que hayan producido esta sensación de felicidad, de alegría o de contento en la que la satisfacción de lo recordado, traiga aunque sea por unos segundos, una buena carga de endorfinas y otros neurotransmisores que expresan  sensaciones placenteras.


Quizás a ti lector o lectora, mientras avanzas en el texto ya se te hayan activado los mecanismos para acudir a la memoria y quedarte con una respuesta personal a esta pregunta. Es posible también que lo que se verbalice en la respuesta hacia tu interlocutor no sea lo que en la realidad has escogido como el mejor momento de tu vida y hayas entrado en un territorio de dudas.

Creo que solemos juzgar como momentos felices muchas vivencias que según cada momento y cada historia personal le damos una categoría jerárquica para respondernos incluso así mismos. El amor correspondido, la cura de una enfermedad de un ser querido, el éxito laboral, el fin de una guerra o de una dictadura, la consecución de un trabajo o de una vivienda, el nacimiento de un hijo o un innumerable etcéteras que podría hacer esta lista interminable, nos sitúa instantáneamente en un balance individual complejo tras la pregunta inicial. 


Es decir somos embarcados en una situación de dificultad para poder elegir la respuesta que sea la más sentida y que seguramente está depositada entre los millones de neuronas que almacenan nuestros recuerdos en nuestro cerebro.

Es también bien conocido, aunque sea por mecanismos no del todo bien explicados y que operan en el  funcionamiento del inconsciente, que muchas de las cosas que recordamos no son ciertas y suelen estar “maquilladas” por el sistema nervioso central en contextos espacio temporales cambiantes.


Sea como sea, tanto yo como el lector de este texto, seguramente hemos indagado en nuestra memoria para elegir que hechos, y quizás muchos más de uno, han sido de los más felices o emotivos de nuestra vida. 


Pues bien, tras una obligada selección me he quedado en mi caso con tres situaciones. Una ligada al enamoramiento, otra la percibida tras algunos éxitos de mis hijos y la más peculiar está relacionada con la simpleza de la llegada de una carta, que es la que paso a contaros.

Tenía yo veintiséis años y había sido reclutado al ejército en mi país de nacimiento. Estaba en una zona rural donde la dictadura de turno en aquella nación, trituraba todos los derechos humanos y leyes constitucionales. Mi familia y yo nos sentíamos desesperados y víctimas del terror imperante y anhelábamos  poder dejar aquel país y emigrar hacia la tierra de mis abuelos que era la querida España. Las circunstancias eran todas adversas pero a pesar de ello ocurrió lo inesperado. Había solicitado una beca de postgrado destinada a hijos y nietos de españoles que residiesen en Argentina y otros países hispanoamericanos.  Pues una tarde de finales de julio de 1976 estando yo trabajando en un hospital de campaña en el norte de Argentina, vi aparecer a mi padre radiante de felicidad agitando entre sus manos una carta dirigida a mí. Era la aceptación y otorgamiento de una beca para realizar estudios en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.  Esta beca era una forma de salvoconducto para poder dejar aquel país y huir hacia la libertad. Esa carta me produjo una inmensa felicidad que hoy, casi cincuenta años después, la recuerdo como uno de los momentos más felices vividos. 

Aunque ya me queda menos tiempo de vida que los ya viví, es probable que con nuevas circunstancias y vivencias que aún no me han llegado, tenga más adelante que cambiar la respuesta a la pregunta que me formuló mi amigo aquel atardecer paseando junto al mar.


También os debo decir que él no se conformó con mi respuesta y me obligaba a que de los tres momentos elegidos por mí, escogiera uno. No lo pude hacer.

Y tú, lector, ¿has elegido tu momento o son varios y no puedes al igual que yo seleccionar uno en primer lugar?.

Mi amigo con su pregunta intentaba hacerme ver como circunstancias importantísimas de la vida de cada persona son producto de la casualidad o del azar y en gran medida secundarios a “entrecruzamientos” fortuitos en la existencia de los individuos.


Es frecuente que momentos muy importantes en la vida de las personas se “entrecrucen” por azar con otros que afectan a diferentes individuos y que repercuten intensamente en el presente y futuro de las personas involucradas. En ocasiones ocurre esto sin que seamos conscientes de ese entrecruzamiento. 

No siempre esto lleva a momentos felices sino también a todo lo contrario. Eso ha sido relatado en obras artísticas de forma recurrente. En este momento viene a mi memoria la película “Vidas cruzadas” (Short Cuts) que es una película dirigida por Robert Altman en 1993. Se trata este filme de una adaptación de varios relatos del escritor norteamericano Raymond Carver que retratan la vida cotidiana de un grupo muy heterogéneo de personas que viven en Los Ángeles. De profesiones, caracteres y orígenes muy diferentes, todos intentan afrontar como pueden las dificultades de su vida laboral y personal; personas que se cruzan indiferentes ignorando los dramas ajenos. Sin embargo, en medio de tanta cotidianeidad, late la presencia de sentimientos y sensaciones que pareciera que los unen.

También el tema entrecruzamientos al azar está muy bien descrito en la formidable película “21 gramos” del año 2003 dirigida por Alejandro González Iñárritu e interpretada por Sean Penn. Si no la habéis visto, os la recomiendo.


Para no alejarme del tema inicial, debo decir que en la vida hay momentos donde sobresalen circunstancias de extraordinaria felicidad con otras anodinas o peor aún, tristísimas, donde apreciamos la “normalidad” perdida y donde todo se ve oscuro o sin salida. Esos contextos que sin duda condicionan las apreciaciones que podamos hacer de vivencias de gran alegría lo podríamos ejemplificar en los sentimientos que pudieron haber percibido los secuestrados, ahora liberados recientemente de las garras de Hamás, o los padres palestinos que se reencontraron con hijos que en Gaza habían sido dado por muertos tras los bombardeos o simplemente la alegría por la llegada de víveres o agua a las zonas cercadas por el gobierno de Netanyahu.


Para terminar recurriré a un pensamiento mágico o quizás una metáfora similar a la que tenía en mi infancia para alejar los temores y hechos amenazantes y tener un minuto de “felicidad” por la fantasía creada. Me imagino una nave espacial gigante que tiene como destino abandonar la Tierra sin retorno. Esta nave propiedad de Ellon Musk, tripulada por él,  llevará como pasajeros a los representantes de la maldad y de la estupidez humana. En el listado de esos pasajeros me gustaría, y por lo tanto, también sería un momento de extrema felicidad, que fueran Trump, Putin, Netanyahu, Milei, y un nutrido conjunto de dictadores, fanáticos, extremistas, teócratas, intolerantes, populistas, plutócratas de corporaciones tecnológicas, así como los líderes independentistas españoles y desde luego también aquellos que por afán de poder, alimentan a estos peligrosos liberticidas egoístas y defensores de privilegios. 


Mientras terminaba de escribir el párrafo anterior me entero de la noticia de que Isabel Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid decide condecorar con una distinción honorífica a Milei. Esto me lleva a una reflexión sobre la influencia de las ideologías dado que concluyo que pueden cambiar absolutamente la escala de valores con lo que juzgamos las conductas políticas. Me parece preocupante y lamentable. El presidente argentino, que acumula conflictos con una diversidad de países, y que es uno de los payasos mediáticos del momento, mal educado, descortés, que se vanagloria de destruir el estado y toda protección a los más desfavorecidos, es condecorado en un continente en el que se defiende el estado del bienestar. Obviamente ha sido una decisión personal de Ayuso hacia alguien de similar  orientación política, por decreto y sin pasar por el parlamento. Malos tiempos.


Bueno amigos, espero que a esta altura del texto ya hayáis hecho vuestra personal elección del “momento más feliz” de vuestra vida. Seguramente estaréis de acuerdo conmigo que mejor que elegir el gran momento sería recordar simplemente los pequeños y felices recuerdos que son de verdad los que nos empujan en la vida cotidiana. Una sonrisa, un beso, el ver a un amigo, una reconciliación deseada, la superación de una enfermedad, el disfrute de un libro, un reencuentro familiar, el placer de una lluvia tras una sequía prolongada o simplemente el mirar el firmamento en una noche estrellada estando bien acompañado. Pero antes que recordar los malos momentos, creo que en muchas circunstancias, es preferible dejarlos en el cajón de los hechos olvidados.


Tras esta casi ensoñación que solo traduce una sensación de impotencia os dejo, sin antes recomendaros que leáis unos buenos artículos en Sinapsis que son de temáticas variadas e interesantes y no como esta editorial que parece más un arrebato individualista postmoderno y fantástico.


Para acompañaros un rato mientras reflexionáis sobre este número de Sinapsis os invito a  

escuchar buena música, disfrutar del nuevo libro de Richard Ford (Sé mía), observar unas pinturas y leer estos poemas que están más abajo.

Al final de todo, comparto con vosotros un breve texto de Manuel Vicent sobre una noche en el Museo del Prado ya que es muy bonito y además nos permite valorar la sensibilidad y erudición de este escritor.


Estaremos otra vez en contacto dentro de dos semanas. Cuidaos.

Un abrazo fuerte.

Pepe



** Música

Pavana para una infanta difunta (Ravel)

https://open.spotify.com/track/3MRQn2RYo2VLYMoStnLRxu?si=ab2f0e6f7a174dac


Blue Monk. Thelonious Monk

https://open.spotify.com/track/2C3rh8eX5vltOmwrz9I78n?si=431a7eee065541fd



** Poemas


Oda al día feliz (Pablo Neruda)


Esta vez dejadme
ser feliz,
nada ha pasado a nadie,
no estoy en parte alguna,
sucede solamente
que soy feliz
por los cuatro costados
del corazón, andando,
durmiendo o escribiendo.
Qué voy a hacerle, soy
feliz.
Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas,
siento la piel como un árbol rugoso
y el agua abajo,
los pájaros arriba,
el mar como un anillo
en mi cintura,
hecha de pan y piedra la tierra
el aire canta como una guitarra.

Tú a mi lado en la arena
eres arena,
tú cantas y eres canto,
el mundo
es hoy mi alma,
canto y arena,
el mundo
es hoy tu boca,
dejadme
en tu boca y en la arena
ser feliz,
ser feliz porque si, porque respiro
y porque tú respiras,
ser feliz porque toco
tu rodilla
y es como si tocara
la piel azul del cielo
y su frescura.

Hoy dejadme
a mí solo
ser feliz,
con todos o sin todos,
ser feliz
con el pasto
y la arena,
ser feliz
con el aire y la tierra,
ser feliz,
contigo, con tu boca,
ser feliz.



Muere lentamente (Martha Medeiros)


Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos
trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su
vestimenta
o bien no conversa con quien no
conoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión y su remolino
de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones
destrozados.
Muere lentamente
quien no gira el volante cuando está infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir
detrás de un sueño
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te impidas ser feliz!



** Breve texto de Manuel Vicent


Una noche en el Prado

  • Manuel Vicent (Publicado en El País)


El Museo del Prado abre sus puertas cada mañana, los visitantes disueltos por las distintas salas observan que las figuras de los cuadros lógicamente guardan la misma compostura, tal como las creó su autor. Así han permanecido inmóviles los personajes durante cientos de años. A una determinada hora, el museo cierra sus puertas y después de apagar las luces y puestas las alarmas, uno tras de otro, desde el director hasta el último vigilante, desaparecen. Se puede imaginar que hay noches en que los personajes se desprenden de los cuadros, pasean por las salas, se saludan unos a otros y hablan de sus cosas. El conde-duque de Olivares se apea del caballo y libera de sus clavos al Cristo de Velázquez, le ayuda a bajar de la cruz y ambos aprovechan el asueto para estirar las piernas. El caballero de la mano en el pecho, aunque después de tanto tiempo la siente anquilosada, con esa mano se fija una vez más la golilla. La infanta Margarita salta del cuadro de las meninas y manda a la enana Mari Bárbola que lleve al perro a hacer pis, mientras Felipe IV y Mariana de Austria salen del cuadro y le piden a Velázquez que les explique el truco de pintar a través con un juego de espejos. Por una sala se ve pasar a la pareja de Adán y Eva, de Durero, sin las hojas de manzano con que se cubrían el pubis. “¿Cómo es que tenéis ombligo si no habéis nacido de madre?”, les pregunta el bufón Calabacillas, que lleva en la mano la paloma de la Anunciación de Fra Angelico, cazada al vuelo. Entre las figuras del Prado también hay clases, según la fama del artista que las ha creado. A los personajes que son falsos o mal atribuidos nadie les dirige la palabra. La maja de Goya siempre acaba siendo la reina de la noche en medio de la juerga que se montan los titiriteros y saltimbanquis del jardín de las delicias. Al clarear el día, cada figura vuelve a su cuadro y adopta la compostura respectiva. El museo abre las puertas y los visitantes entran sin imaginar lo que allí ha sucedido.

Comentarios

  1. Hermoso texto.... Una noche en el Prado

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  2. Transmitir es haberlo vivido
    Felicitaciones

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  3. Me voy a atrever a decir algo: el momento mas feliz de mi vida...está por llegar. Bueno, es breve, pero creo que es verdad; y no quiero decir que me ha defraudado la vida y por ello espero aun la felicidad (ya tengo 6 décadas), sino a que mi felicidad ha sido tanta...que no espero que decrezca. Un abrazo fuerte.

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