Artículos muy recomendados: J.D Colmenero, I. Alonso Tinoco; Najat El Hachmi y L. Guerriero

Artículos recomendados


I)

Política autolesiva

Juan de  Dios Colmenero Castillo (Médico). Publicado en Diario Sur




                                                                     José Ibarrola

La dinámica política actual parece dar la razón al sociólogo Zygmunt Bauman cuando afirmaba que vivimos en tiempos líquidos. Una época evanescente en la que las estructuras y pactos ya no perduran el tiempo necesario para consolidarse. Tiempos marcados por la renuncia al pensamiento crítico, la carencia de rigor y el olvido cómplice.

Espectadores de una política convertida en comedia bufa y acostumbrados a que nos presenten la realidad de una forma tan deformada y los valores éticos tan degradados, que ni Valle-Inclán en su teoría del esperpento podría haberlos imaginado. A los españoles nos amenaza una nueva enfermedad colectiva, la política autolesiva.

En esta sorprendente forma de hacer política, el poder ejecutivo, obligado garante de los valores fundamentales que forman la urdimbre del tejido constitucional y del estado de derecho – igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, separación de poderes y respeto al ordenamiento jurídico vigente –, sufre una confusión tal, que, en vez de defendernos adecuadamente de actuaciones y pretensiones injustas, parece empeñado en deteriorar sus propias instituciones.

Como le sucede al organismo humano en las enfermedades autoinmunes, aquellas en las que el organismo reacciona de una forma anómala contra sus propios tejidos sanos, la política autolesiva es capaz de dañar diferentes estructuras del estado, con riesgo de convertirse en un proceso generalizado de consecuencias imprevisibles.

Desconozco qué personajes inspiraron a Groucho Marx cuando llegó a la conclusión de que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados”, pero sin duda describió una forma de proceder, que en la política española actual ha encontrado fervientes practicantes.

¿Quién puede considerar un problema aplicar la ley al que comete delitos claramente tipificados? ¿Quién puede considerar que el remedio para solventar tal problema sea borrar de un plumazo esos delitos del código penal, cuando los beneficiados pregonan sin recato que los volverán a cometer? ¿Quién en su sano juicio sería capaz de hacer cargar al conjunto de las instituciones con la culpa del infractor, poniendo en entredicho la solvencia de nuestro sistema democrático, la independencia del poder judicial y la propia figura del jefe del Estado? ¿De qué textura ética está fraguado un gobierno que acepta promulgar una ley de amnistía redactada por sus propios beneficiarios?

Abrazado el autoengaño como modus operandi, el gobierno se obstina en negar toda evidencia contraria a sus planteamientos. ¡Moncloa bien vale algunas autolesiones!, le susurrarán al presidente sus colaboradores más cercanos y entusiastas, ignorando voluntariamente la ineficacia demostrada a lo largo de la historia, de las políticas de apaciguamiento que cuando se aplican al que creyéndose en posición de fuerza, plantea demandas injustas.

Y en ese chalaneo se haya sumida la política autolesiva, torturando el diccionario a la busca de los términos adecuados para catalogar como diálogo, interés social y mejora de la convivencia, lo que sin duda son concesiones interesadas. Lamentablemente demasiados parlamentarios no han tardado en descubrir, que para hacer política de bajo nivel, solo se precisa emplear hábilmente permutaciones de diez palabras huecas tomadas de tres en tres.

Los representantes de la política autolesiva se afanan en una campaña pedagógica para explicar a la ciudadanía la finalidad legítima de la amnistía y las amplias expectativas de colaboración institucional y progreso que como país se nos abren aceptando tal despropósito. Ignoran voluntariamente que el autoengaño puede resultar inicialmente un cómodo refugio, pero que siempre termina siendo una fría prisión. Como decía Abrahán Lincoln, se puede engañar a todo el mundo algún tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.

Es fácil escudriñar hemerotecas en busca de argumentos falaces, tergiversar datos históricos o incluso enmascarar proyectos de ley con jurisprudencia sesgada, pero resultará difícil explicar, que son progresistas y compatibles con los ideales de la socialdemocracia; conceder amnistías a cambio del apoyo a una investidura, mesas bilaterales que conculcan derechos del conjunto los ciudadanos y pactos opacos con formaciones que tienen como objetivo cambiar el orden constitucional por vías ajenas al ordenamiento jurídico vigente. En un estado democrático, ninguna mayoría parlamentaria tiene un derecho ilimitado a legislar eludiendo el contrapeso efectivo del poder judicial.

Afortunadamente, a diferencia de las enfermedades autoinmunes cuya etiología suele ser desconocida y su tratamiento puramente sintomático, en la autolesiva política actual, la causa del trastorno es conocida y por tanto susceptible de ser tratada con éxito. Obviamente, el tratamiento será menos eficaz y el pronóstico tanto más desfavorable, dependiendo del tiempo que tarden los responsables de esta forma de proceder en comprender lo nocivo de la misma y en aceptar los escasos efectos adversos que conlleva su tratamiento, los cuales se limitan exclusivamente a replantearse una legislatura seguramente efímera e hipotecada por concesiones inaceptables a los que solo pretenden el beneficio insolidario y la erosión progresiva del estado. Fórmulas existen, el presidente Sánchez sin duda las conoce, solo tiene que plantearse en interés de quien gobierna y cuál es el precio que está dispuesto a pagar por ello.



    II)                                              ¿POR QUÉ?

I. Alonso Tinoco

No lo puedo comprender. Intentaré explicarme mientras se lo cuento a ustedes.
Todos hemos visto y oído numerosas veces, en directo y en diferido, en unos y otros canales de televisión, por distintos medios, Youtube y redes sociales, cómo el presidente del gobierno y sus ministros afirmaban, no hace muchas semanas, reiteradamente, incluso irritados por tener que repetirlo, que la amnistía a los implicados en “el procés” era imposible por anticonstitucional y no digamos el pretendido referéndum

Y todos hemos visto y oído, poco después, a los mismos, defender absolutamente todo lo contrario.
¿Es así?
No se me ocurre desfachatez mayor. Pero, lo sorprendente, lo que necesitaría de un estudio sociológico y psicológico (no quiero decir psiquiàtrico) es comprender cómo una parte significativa de la población, acompaña al cambio diametral e incluso defienden acaloradamente lo contrario de lo que defendían semanas antes.. No voy a entrar en argumentaciones políticas, solo trato de entender por qué.
Los sanchistas, o mejor, los que acompañan en esta pirueta a Pedro Sánchez, son colectivos de distinta naturaleza y motivación. Los primeros, como es lógico, son los cargos del partido y del gobierno, vinculados por intereses económicos, de promoción política y, se supone, también ideológicos. Podría parecer que no son muchos pero no son pocos porque arrastran una estructura de empleados diversos: asesores, secretarias/os, administrativos,conductores, conserjes... Cada uno de ellos, a su vez, tiene una familia que, habitualmente comparte el interés por conservar el estatus.

Capítulo aparte merece la procelosa red de chiringuitos subvencionados, algunos de los cuales totalmente crípticos pero con sus propios requerimientos de personal y económicos, conformando la extensa red clientelar de apoyo en los malos tiempos electorales. El porqué de su sintonía con la amnistía y con lo que haga falta, es obvio.

Colectivos de éstas características se encuentran en cualquier partido político, solo varían en su extensión que, en el caso que nos ocupa,no destaca precisamente por la austeridad.

Otra parte del porqué la constituyen antiguos cargos orgánicos locales, provinciales, autonómicos,senadores, diputados, etc., ya al margen de la política activa que se sienten moralmente obligados a guardar fidelidad al partido aunque, en no pocos casos, con cierta incomodidad porque no comparten plenamente la deriva actual. Los socialistas “históricos” (Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Rosa Diez (en tiempos, candidata a la secretaría general del partido), Nicolas Redondo, los hermanos García Page y tantos otros, son solo la punta emergente de los que se atreven a defender el interés general de España por encima de la catástrofe histórica que está promoviendo el PSOE, léase Pedro Sánchez.

Otro colectivo más amplio que el anterior es el de los militantes de base; obviamente han escogido su acatamiento a los dictados del partido, según lo que llaman disciplina interna. Pero hay ,en este sector, bastante discrepancia soterrada como pudo verse en la consulta sobre el apoyo a la amnistía: aunque proclamaron una victoria clamorosa del “si”,sólo lo apoyaron el 55%,( el resto no votó o votó no), lo que es muy significativo tratándose de afiliados al partido. Ese 45%, en secreta disidencia, decidió también poner el sentido común o la vergüenza por encima del sectarismo.

Otra parte del “porqué” la constituye un sector social que funciona por inercia: vota lo que votó siempre porque es lo que siempre votó. Es una suma de comodidad acrítica y pereza. Considerarían el cambio de opinión como una rendición vergonzosa que socava su imagen ante el entorno familiar, social o laboral. Da lo mismo lo que se dirima, yo siempre apoyaré (en este caso) al PSOE.

Hay también un “porqué” obvio: una cierta proporción de ciudadanos, difícil de cuantificar que, sencillamente, está de acuerdo con el rumbo actual de España. La ley de la eutanasia puede extenderse también a los Estados. Incomprensible pero necesariamente respetable.

El penúltimo “porqué” lo conforma un amplio número de ciudadanos que no se identifican con ningún partido y son muy sensibles al miedo: ¡Que viene el coco!. En la situación actual, todos los medios de comunicación del gobierno ( que son los más potentes) destilan continuamente la amenaza de que viene la ultra derecha, el fascismo, socorro. Este es el último “porqué”.

(Como si la ultra izquierda fuera inofensiva)

Sumen los “porqué” y se entenderá el enigma según el cual parte de la población dice digo donde dijo Diego.

("Que nos pillen confesaos").

I.Alonso Tinoco

                                         ***

III) Odio desde la Generalitat

 

  • NAJAT EL HACHMI. Publicado en El País

 

¿Qué es un niño inmigrante? Yo no lo sé porque, exceptuando los menores no acompañados, ningún chaval toma por sí solo la decisión de trasladarse a otro país. Los hijos de los inmigrantes somos parte del equipaje de nuestros padres, nos vamos a vivir donde van ellos del mismo modo que nacemos donde está nuestra madre. Cuando resulta que aterrizas o naces en Cataluña, cuando eres catalán de tota la vida porque no has vivido en ningún otro sitio, ¿también eres un nouvingut? ¿Cuándo caduca la condición de made in el extranjero? ¿Cuándo termina el tránsito consecuencia de un acto, el de emigrar, que nadie quiere hacer dos veces en la vida? No, no somos inmigrantes ni quienes vinimos de pequeños ni quienes nacieron aquí, porque el lugar en el que pasas la mayor parte del tiempo, donde creces y te educas y estableces vínculos es tu sitio en el mundo y no ese origen remoto que a veces no conoces más que de oídas. En todo caso, los alumnos de los centros educativos deberían ser considerados iguales por el simple hecho de ser niños, cuyos derechos hay que garantizar y proteger sea cual sea su origen o situación administrativa.

 

Uno de los prejuicios que más se nos han arrojado a la cara a los que “venimos de fuera” es el de bajar el nivel educativo general. Da igual que saques las mejores notas, que seas brillante, que hables más lenguas que tus compañeros, que seas “espabilada” porque tu realidad es más dura y nadie te va ayudar a hacer los deberes, si acaso eres tú la que tienes que aprender a rellenar formularios desde pequeña porque tus padres no pueden hacerlo. Aun así estamos acostumbrados a que los racistas nos tengan por tontos de nacimiento, pero ahora el odio nos viene ni más ni menos que de un alto cargo de la Generalitat. Los catalanes, ya saben, son una raza superior donde las haya, así que la única explicación posible a los nefastos resultados del informe PISA es la sobrerrepresentación de nouvinguts. Ni los recortes de Convergència ni 10 años de procés explican el desastre. No, tiene que ser culpa de los inmigrantes, moros y sudacas que llevan la falta de inteligencia en los genes y contaminan así a los “nativos” nostrats. Pues nada, que les hagan las pruebas solamente a los catalanets auténticos, a ver cuántos encuentran y si de verdad son todos unos einsteins que recitan Verdaguer de memoria.



 IV)  Empoderarte con bragas y sujetadores


  • NAJAT EL HACHMI. El País

La publicidad se ha adueñado del lenguaje emancipatorio de las luchas sociales vaciándolo de contenido y, lo que es peor, pervirtiendo su sentido original. Si en su momento las marcas que se dirigían al público femenino no tenían reparos en asustarnos con la soledad, la falta de amor y el destierro si no comprábamos sus productos, ahora nos dicen que el maquillaje o la lencería nos empoderan. ¿Para qué esforzarte por llegar a ocupar sitios de responsabilidad, tener independencia económica o acceder al saber y el conocimiento o conquistar tu propia libertad si comprándote las bragas de Jennifer López puedes tener tanto poder como ella? Sin duda, la cantante es poderosa, pero, disculpen la obviedad, no por su ropa interior, sino porque es una mujer rica y famosa. Con talento, sí, pero a nadie se le escapa que parte de su riqueza viene del esfuerzo, tiempo y dinero que dedica a su apariencia externa, lo cual demuestra que seguimos en un sistema en el que la explotación sexual de los seres humanos de segunda, las mujeres, no solo no es cuestionada, sino que es un valor absoluto de la cultura hegemónica occidental.Y antes de que alguien me venga con el manido tópico de que las feministas odiamos el sexo, más bien es todo lo contrario: porque nos parece algo demasiado importante para convertirlo en mercancía, nos negamos a aceptar el denigrante papel de aprovecharnos de las necesidades sexuales de los hombres para ganar poder, porque el sexo es un espacio compartido que solo puede ser gozoso si es gratuito, deseado y se da entre iguales. Es vil y ofensivo pretender que sigamos como siempre, con migajas de los privilegios masculinos ganadas con bragas y sujetadores.

 

                                                      ***

 V)


Gente de bien

 

  • LEILA GUERRIERO. 

Publicado en El País.

 

El domingo asumió la presidencia de la Argentina el ultraderechista Javier Milei. Dio un discurso en las escalinatas del Congreso. Muchos fueron a escucharlo con la argentinidad erecta bien manifestada en cientos de banderas patrias. Habló de inflación pavorosa si no se hacen las cosas que él va a hacer, de ajuste extremo como única salida. Dijo: “¡No hay plata!”, y la gente coreó: “¡No-hay-plata!”. Dijo: “Vamos a tener menos empleo, más pobres, más indigentes. Al principio será duro”, y la gente coreó: “¡Javier, querido, el pueblo está contigo!”. Entonces habló de seguridad: “Argentina se convirtió en un baño de sangre”. El país tiene cinco homicidios cada 100.000 habitantes, de los más bajos de la región, pero, apenas terminó esa frase, la gente aulló: “¡Po-licí-a, po-li-cí-a!”. Sospecho que esa plaza jamás tuvo a una muchedumbre clamando por la policía, aunque sí a mucha policía cazando ciudadanos. Pero ahí estaba Milei, prometiéndole a la gente que la estrangularía por su propio bien, y ahí estaba la gente, gozando de ese festín sádico con cantitos de cancha, sin pensar que muchos de esos futuros pobres podrían ser ellos mismos, o que todos esos futuros pobres podrían hacer alguna cosa tan desesperante y desesperada como apropiarse de bienes ajenos entre los cuales podrían contarse los suyos, señores y señoras tan argentinamente reunidos. Un círculo oscuro: una multitud acepta los azotes de su dominador y, a su vez, pide azotes contra su prójimo, un poco para ser cómplice y otro poco para vengarse de los azotes del que domina. Más tarde, al saludar desde la Casa Rosada, Milei dijo: “Hoy los argentinos de bien hemos decretado el fin de la noche populista y el renacer de una Argentina próspera y liberal”. No aclaró quiénes son los “argentinos de mal”, pero no hace falta tener ninguna imaginación para entenderlo.

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