Día del padre (En Argentina)

En España se celebra el día del padre el 19 de marzo y en Argentina el tercer domingo de junio al igual que en Colombia. Dado que hay muchos lectores de Sinapsis que viven en aquellos países  aprovecho para desearles a todos ¡feliz día del padre!. Seguramente algunos lo tendrán a su padre a su lado y otros ya no.  En recuerdo de un buen padre, os transcribo este pequeño escrito.

Recuerdos de un hombre bueno (*)




Con el paso de los años me cuesta más trabajo encontrar a un hombre bueno.

Sin embargo, de pequeño tuve suerte y lo encontré pronto.

Ese hombre fue mi padre.

Él, de niño, ya huérfano y pobre, tomó prematuramente conciencia de la inseguridad de clase; de las limitaciones a las que siempre estaría sometido por su entorno, por el país en el que nació y por los avatares históricos que rodearon su existencia.

A pesar de tener una educación rígida, limitada y casi autodidacta tenía una inconmensurable avidez de conocimiento, tolerancia y gran estima por las libertades que se escriben con mayúsculas y minúsculas.

Le brotaba la solidaridad y el respeto hacia su prójimo.

Cauto, vital, honesto, trabajador y respetuoso de la intimidad y derechos de los demás, vivió para que sus seres queridos y los de su entorno tuviesen lo que él había carecido.

Como hijo recibí cariño, afecto, respeto, comprensión, apoyo y empuje para lograr metas a él vedadas. Me enseñó el valor de la libertad, de la tolerancia, el rechazo de la violencia y el afán de conocimiento.

Siempre estaba ahí.

Cuando me hice mayor me expresaba con dificultad los sentimientos y creo que adopté ese defecto.

A pesar de todo nunca dudé de su afecto. Sabía que su cariño era el mismo que cuando de niño me cogía en brazos, me besaba o me llevaba de la mano al fútbol, al circo o al cine o cuando acudía orgulloso a recoger mis notas del colegio.

Por mi ideología tuvo que soportar miedos, marginaciones e incertidumbres aún mayores que las que su propia vida le había deparado.

Más tarde por mis circunstancias personales vino la distancia, la separación pero nunca el olvido.

Los últimos años vivió mal. Por su enfermedad degenerativa fueron destruidos y ocupados en su cerebro los sustratos de su agilidad física y mental y fue transformándolo en alguien necesitado y dependiente.

Su trayectoria vital sabia, sana, diáfana y volcada hacia los demás, bañada de extraordinarios sentimientos imperfectos como suele ser el amor humano, me ha dejado una impronta cerebral que me impulsa a tratar de ser mejor.

En su final, yo, su hijo estuve lejos, muy lejos.

Soledad, soledad, final.

¿Buscaría y necesitaría en los últimos momentos de su vida la figura y presencia de su hijo ausente?.

No lo sabré nunca. Pero esa duda hiere mi alma.

Tan acostumbrado a la distancia y a la separación me parece que aún está vivo.

Adiós papá. Gracias papá. Hoy sigues conmigo. Hasta siempre.

         

 (*) Publicado en Momentos. Relatos y otros escritos. José Herrera Peral. Editorial ExLibric.                  

 

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