Relato corto. Bailando entre libros...

Bailando entre libros…





Inés siempre fue una gran lectora y además adoraba a los libros también como objetos. Por eso cuando esa cadena de librerías inauguró una nueva tienda en su ciudad decidió ir a conocerla.

No sabía ella en ese instante la experiencia que iba a vivir aquel día y las incógnitas que la iban a perseguir a partir de ese momento.

Unas horas antes había regresado de su trabajo, descansó un rato tras la comida rápida que se preparó y salió a la calle en esa tarde invernal donde por la época del año en que se estaba, tempranamente el sol iniciaba su ocaso.

Esta vez además del interés en conocer la nueva librería que para ella eran de los sitios más hermosos para visitar, quería regalarse a sí misma un libro ya que la semana siguiente cumpliría los cuarenta años.

En esta etapa de su vida no tenía muchos amigos y había roto con su pareja unos meses antes. Se encontraba bien pero como resituándose otra vez en el mundo ya que durante más de veinte años había construido una vida compartiendo proyectos y gustos con Juan. Ahora esa pareja ya no estaba en su día a día y debía replantear todas sus prioridades, amistades y quehaceres. Los libros y la música le acompañaban en los momentos de soledad por los que ahora atravesaba.

Dejó el coche en el aparcamiento de un centro comercial y fue caminando sin prisa hasta la librería.

Al llegar quedó encantada. Le sorprendió lo grande que era al igual que luminosa y colorida. Todo era nuevo. Las estanterías estaban repletas de libros y comenzó a mirar las novedades, aunque después fue recorriendo lentamente cada una de las secciones temáticas. Se detuvo en la de filosofía, después en las novelas de intriga y al final tomó un libro de ensayo sobre la música y se sentó en un pequeño sillón que había allí para los lectores. 

El público que visitaba en ese momento la tienda era diverso, diría que de todas las edades y también sus formas de hojear las obras o los temas que elegían también eran diferentes. Los más jóvenes estaban en la sección de la literatura manga y los cincuentones o más, en las novelas. Había pocos vendedores y todos estaban mirando las pantallas de sus ordenadores. El ambiente era agradable, la temperatura ideal y el silencio solo estaba roto por unas melodías musicales que no distraían de la lectura y de la visita al local.

Inés estaba mirando un libro con historias de la música contemporánea popular. Al pasar de capítulo y abrir la página del jazz y del rock ocurrió algo sorprendente e inexplicable.

La música de ambiente elevó de forma intensa el volumen y se comenzó a escuchar jazz. El ritmo que emanaba por los altavoces de la librería se introducía a través de los oídos y producía algo para ella desconocido en el cerebro que la impulsó a ponerse de pie, dejar el libro que tenía entre manos y comenzó a bailar.

Al comienzo se sentía ridícula pero no se podía detener. Inmediatamente vio que otras personas que estaban en la librería hacían lo mismo. En minutos aquello parecía una discoteca. Todos los que allí estaban se pusieron a bailar. Inés trataba de no hacerlo, pero le era imposible. Observó que las demás personas que allí estaban mostraban también su sorpresa y se preguntaban entre ellos que estaba pasando.

Le sorprendió a Inés que a ella que se le daba muy mal el baile ahora bailaba con soltura, creatividad como si fuera una profesional. También eso le pasaba al resto de los allí presentes. Los empleados de la tienda a sí mismo se sumaron a la danza. 

 

En segundos pensó sobre las elucubraciones que ella muchas veces se había planteado sobre el baile, los movimientos corporales en sincronía con los sonidos melódicos y también pensó que aquello era algún tipo de montaje en la que ella o quizás unos cuántos más estaban siendo víctimas. Del jazz se pasó al rock y después al reguetón y ella comenzó a disfrutar por primera vez de las sensaciones armoniosas y sugerentes que sentía tras los movimientos impulsados por las notas musicales.

Todos los bailarines se preguntaban unos a otros que estaba pasando. Algunos intentaron marcharse de la tienda que tenía sus puertas totalmente abiertas, pero no pudieron. Al llegar a las mismas volvían hacia dentro al ritmo de la canción que se escuchaba, pero con una sonrisa placentera, donde tanto jovencitos como algunos ancianos no podían dejar de menear sus cuerpos inundados de un placer muy peculiar. A las puertas de la tienda comenzaron a reunirse muchas personas por curiosidad ante lo que veían, pero no podían entrar aunque nada lo impedía, y optaron por seguir el ritmo con palmas y animando a los “lectores bailarines” de dentro de la librería.

Inés dejó de preguntarse por un momento que estaba ocurriendo y se dejó llevar por la música y sobre todo por sus movimientos corporales perfectos y armoniosos con las melodías que escuchaba. Se sintió feliz.

J.P

 

En el siguiente enlace están las canciones que aquel día se escucharon y bailaron en la nueva librería

 

https://open.spotify.com/playlist/2o9lm3ce2UGCfp8Ns04ILK?si=097d1a6ca16a4ed6

 

 


 


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