La melancolía. Alberto Salamanca

En el artículo que transcribo más abajo nuestro amigo y colaborador de Sinapsis, Alberto Salamanca expresa unos comentarios y una revisión del término melancolía. Os invito a su lectura.

La melancolía

Alberto Salamanca. Blog (Mis) paseos con Jachi



Como en otros grabados de Alberto Durero, un ovillado perro flaco, a los pies del protagonista de la imagen, se encuentra en ‘La Melancolía’ (de 1514, en la Galería Nacional de Arte Karlsruhe en Innenstadt-West, Alemania). El abigarrado grabado está repleto de simbolismo, con imágenes y objetos que vendrían a representar un auténtico autorretrato alegórico del artista, él mismo de temperamento melancólico. Es llamativo el ‘cuadrado mágico’, arriba a la derecha, un auténtico sudoku de 4×4, quizá el primero de todo el arte occidental. La suma de cualquiera de las filas, columnas o diagonales es la constante mágica 34. Y, aunque en el simbolismo iconográfico el perro suele representar lealtad, también ―y este es un ejemplo― puede simbolizar la melancolía, la locura.

Hipócrates en la antigua Grecia describía a la melancolía como uno de los cuatro humores componentes del cuerpo, el conocido como «bilis negra», que se constituía de «pneuma», capaz de inducir enfermedades aparte de provocar que la persona pasara de forma rápida de la tristeza a la ira. De ahí que la melancolía se relacionara con la depresión. Un sinónimo de tristeza y pereza, durante la Edad Media, se contempló como uno de los pecados capitales. Más tarde, en el Renacimiento la melancolía comenzó a ser asociada con la genialidad y la locura creativa. Marsilio Ficino, entre otros, mantuvo la opinión de que las personas con más bilis negra mostraban una sensibilidad artística especial.

En la misma línea, Baudelaire, como todo el siglo XIX, entendía a la melancolía como una de las raíces de la creación artística. Ya a principios del XX, Freud la define como un fruto del duelo, «una reacción a la pérdida de un objeto amado». De forma gradual la condición melancólica se ve sustituida por un diagnóstico más severo: el de la depresión clínica. Un padecimiento del estado de ánimo, que puede ser debida a causas endógenas ―neurobioquímicas―, o a causas psicológicas, en el de la depresión exógena o reactiva. La depresión exógena nos habla de reacciones depresivas, ya que la vida nos ofrece a todos momentos de tristeza.

El trastorno distímico o distimia (en griego, dys «anormal» y thymós «humor») viene a ser un trastorno del estado de ánimo con características parecidas pero menos severas que las de la depresión. A diferencia de la depresión, la persona con distimia no tiene pensamientos recurrentes sobre la muerte ni pierde la capacidad para experimentar placer. Sufre un estado de ánimo melancólico, que no impide seguir con el día a día; por el contrario quien padece una depresión mayor a menudo se ve gravemente incapacitado para llevar adelante su vida.
Un artículo científico, desarrollado en la Universidad de Harvard, ha venido a demostrar que los vínculos entre melancolía y creatividad no son un mito romántico. Los investigadores, valorando entre otros, tareas creativas, estados de ánimo autopercibidos y hormonas asociadas al estrés y la tristeza, demostraron que las personas en las que se objetivó un estado más triste y melancólico, fueron más creativas.

Aniquilar la melancolía sería entonces «erradicar una fuerza cultural mayor». Y no sólo por motivos creativos, sino por representar una condición existencial: la vida no es exclusivamente bienestar, goce o calma, sino que también está hecha de «agitaciones del alma». Querer suprimir la tristeza es de alguna manera querer erradicar una parte de nosotros mismos necesaria para la supervivencia, porque debe reconocerse la realidad con todos sus matices, positivos y negativos, lo cual nos permite adoptar las decisiones oportunas con un conocimiento de causa adecuado.
Nadie podrá negar que esta visión de la melancolía, más cerca de la del enciclopédico Robert Burton, es más enriquecedora que la de «enojoso desequilibrio bioquímico» cuyo insustancial tratamiento es el Prozac.


Recomendación musical: Pau Casals. El Cant Dels Ocells (Concierto En La Casa Blanca 13-XI-61. Sony Classical. 1962)



Recomendación literaria: Eric G.Wilson. Contra la felicidad: En defensa de la melancolía. Taurus. Barcelona. 2008.

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