Jugando con el fuego. Federico Soriguer


En el último número de Sinapsis, Ildefonso Alonso Tinoco publicó un artículo titulado El Pacto donde comentaba aspectos diferentes de la "limpieza" desde la visión de género.
Otro colaborador de la Revista, Federico Soriguer responde desde otra óptica al artículo anterior. Os invito a la lectura.


  JUGANDO CON EL FUEGO

       En el último número de SINAPSIS, Ildefonso Alonso Tinoco (IAT), con EL PACTO, se adentra en una cuestión espinosa. Las diferencias entre los hombres y las mujeres. Él escoge como ejemplo el de la limpieza, y como no puede ser de otra forma en tan polémico asunto, lo hace con humor. Porque I. Alonso Tinoco lo sabe: Simplemente estas diferencias no existen. Mejor dicho nada hay que decir sobre estas diferencias y, es bien sabido, que de las cosas de las que no se habla no existen. Eso es todo. Pero donde no llegan las palabras llegan las matemáticas. Hay razones matemáticas para negar esa diferencia que IAT se esfuerza en encontrar.

Reflexionemos brevemente sobre lo sucio y lo limpio, fundamento de su discurso . Como muy bien dice Tinoco lo sucio y lo limpio son los extremos de una amplia gama que puede ser identificada con propiedad como la de una variable aleatoria continua en cuyos extremos estarían lo sucio y lo limpio absoluto, respectivamente. Tinoco detecta con perspicacia que no hay un criterio preciso para identificar lo sucio de lo limpio, aunque a pesar de ello, nuestro autor se empeña en convencernos que es posible encontrar patrones característicos de ambas cosas entre los hombres y las mujeres. Pero hay cosas que no pueden ser, sobre todo aquellas que son indecibles ya sea porque de verdad lo sean, ya sean porque deban serlo, ya sea por prudencia.,. Pero hay otras razones. Entre otras porque la pulcritud y la suciedad absoluta son imposibles y una cosa imposible es por definición indefinible (lo que es, lo se, una redundancia) pues toda definición necesita de un referente posible, objetivo, lo más cercano al absoluto, que sea capaz de incluir todo lo que no lo es. Pero el que no se conozcan criterios objetivos para cuantificar la pulcritud no quiere decir que no existan. Las cosas existen aunque no se conozcan pero hasta que no se conocen, hablando con rigor, no existen. Un círculo nada virtuoso. Quiero decir que lo limpio y lo sucio al ser un gradiente de lo sucio a lo limpio y de lo limpio a lo sucio se ajusta a un modelo probablemente “normal”, como la mayoría de las variables aleatorias y es un lugar común el hecho de que la probabilidad de encontrar un valor absoluto dentro de cualquier intervalo bajo la curva de la distribución es, literalmente, cero.
Lo que nos lleva a la conclusión de que es, a priori, imposible saber que es lo sucio y qué es lo limpio, salvo que introduzcamos en la decisión un determinado criterio  Y ya hemos dejado arriba la opinión sobre un imposible criterio. Y es aquí donde lo que pretendía ser objetivo, aunque fuera una objetividad estocástica, se vuelve subjetivo. IAT intenta mediante un razonamiento rabiosamente inductivo establecer unas leyes naturales, que podíamos llamar “la ley de la limpieza de género”, que permitan reclasificar a los hombres y las mujeres en función de una presunta diferente posición frente a la limpieza, representada por las categorías sucio/limpio. Y lo hace a partir de un presupuesto imposible. Y este presupuesto imposible e invalidante es su género.
Conozco a IAT, pero en este discurso para mantener la imposible neutralidad axiológica, utilizaremos el viejo recurso del velo de la ignorancia y haremos como que no lo conocemos. Así que aunque Tinoco no lo dice en su carta presuponemos, por su manera de razonar, que se trata de un varón adulto y heterosexual (aunque a efectos del argumento la homosexualidad no lo invalidaría). Es evidente que el sesgo de género sí invalida cualquier criterio que se pueda tener sobre la tesis defendida de las posibles diferencias higiénicas entre géneros. He dicho géneros y no sexos con lo que la cuestión se complica pues hay muchos más géneros que sexos y eso que el número de sexos no para de aumentar año tras año. Quizás las personas de género fluido carezcan de los sesgos cognitivos de las personas binarias a la hora de hablar de lo limpio y lo sucio entre géneros. Lo que plantea una pregunta apasionante : ¿están libres de sesgos cognitivos relacionados con el género las personas con género fluido?. ¿Cuáles son las posiciones ante la categoría sucio/limpio de los fluidos y por extensión de todos los demás no binarios?.

Es un tema nuevo sobre el que no se ha reflexionado suficientemente. Mientras se consiguen aclarar todos estos puntos lo juicioso, y es esta mi posición, seria que la mejor hipótesis es ninguna hipótesis. La suciedad y la limpieza son categorías inescrutables sobre las que las personas (humanas) no pueden hablar al ser imposible la neutralidad axiológica. Pero llegados a este punto y espero que no se me objete sesgo alguno, sí que podemos plantearnos sobre esta cuestión otra hipótesis apasionante: ¿son diferentes la actitud ante la higiene corporal de las personas no humanas?. !Que las hay!. ¿Que no?, ¿que tampoco? ¿Que esta de las personas  no humanas es una ironía antropocéntrica y, como tal,  se invalida por sí misma? Pues vaya problema.

Mejor, querido Ildefonso Alfonso Tinoco lo hablamos en privado, en el Flor con un café y tiempo por delante  pues hay cosas que como decía Popper en sus memorias, es imposible hablar en público sin correr el riesgo de ser malentendido. Aunque te aseguro que contigo, querido amigo, no ha sido el caso.
   
    Para terminar: Hay cuestiones, y esta de lo sucio y lo limpio es una de ellas , en las que la claridad  lejos de ser una virtud es un defecto, o hablando con más propiedad una imprudencia. Que espero, en fin, haber sido lo suficientemente oscuro, no otro ha sido mi objetivo, como para no caer abrasado en el siempre  peligroso fuego  de las palabras.

       Un abrazo.
       Federico 



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