El descubrimiento de la epidural. Historias de la Ciencia. F. Soriguer

 

 HISTORIAS DE LA CIENCIA CON MORALEJA 


Federico Soriguer

 

                                     15ª ENTREGA 


 Fidel Pagés. El descubrimiento de la epidural.  Divinum opus sedare dolorem est




 

Capítulos anteriormente publicados de Historia de la Ciencia/Federico Soriguer

 

1. El precio de la ignorancia. Marcel Proust y compañía. (http://joaquinperal.blogspot.com/2025/01/historias-de-la-ciencia-con-moraleja-i.html) 

2. La guerra de los huesos. (http://joaquinperal.blogspot.com/2025/02/la-guerra-de-los-huesos-f-soriguer.html?m=1) 

3. Koch, Ferrán y Cajal. Un cruce de historias (http://joaquinperal.blogspot.com/2025/02/koch-ferran-y-cajal-un-cruce-de.html) 

4. Una factoría de genios (http://joaquinperal.blogspot.com/2025/03/una-factoria-de-genios-f-soriguer_7.html%.) 

5. Cajal, Río Hortega y los “Fake News .(http://joaquinperal.blogspot.com/2025/03/cajal-rio-hortega-y-las-fake-newsv-f.html) 

6. No es la raza, imbécil. (https://joaquinperal.blogspot.com/2025/04/no-es-la-raza-imbecil-vi-f-soriguer.html) 

7. Lombroso. (https://joaquinperal.blogspot.com/2025/04/lombroso-vii-historias-de-la-ciencia.html) 

8. Pero, ¿existe tal cosa como el método científico? 

(https://joaquinperal.blogspot.com/2025/04/historias-de-la-ciencia-octava-entrega.html) 

9. El caso Lysenko: Ciencia burguesa frente a ciencia proletaria 

(https://joaquinperal.blogspot.com/2025/05/historias-de-la-ciencia-lysenko-9.html) 

10. TUSKEGEE 

https://joaquinperal.blogspot.com/2025/06/historias-de-la-ciencia10- entrega.html 

11. (Primera parte) Piotr (Pedro) Kropotkin. Cuando la ciencia y la política son inseparables (PIMERA PARTE). 

(http://joaquinperal.blogspot.com/2025/07/historias-de-la-ciencia-kropotkin-f.html) 

12. (Segunda parte). Piotr (Pedro) Kropotkin. Cuando la ciencia y la política son inseparables. 

(https://joaquinperal.blogspot.com/2025/08/historias-de-la-ciencia-11-entrega-2.html) 

13. La expedición de Balmis. Un ejemplo de altruismo científico. (Primera parte) 

http://joaquinperal.blogspot.com/2025/09/historia-de-la-ciencia-entrega-n-13-1.html

14. La expedición de Balmis. Un ejemplo de altruismo científico. (Segunda parte) 

http://joaquinperal.blogspot.com/2025/09/historia-de-la-ciencia-entrega-n-13-2.html

 

                                                              ***

 

 

                                        ENTREGA Nº 15


Fidel Pagés. El descubrimiento de la epidural.  Divinum opus sedare dolorem est

 

Sería difícil sobrevivir sin el dolor, pero a todos nos gustaría que el dolor no existiera.  Entre los animales complejos dotados de sistema nervioso, -el humano es uno, si no el que más complejo-, los estímulos nocivos producen algún tipo de disconfort, que aquí de una manera general llamaremos dolor.  El dolor físico que experimentamos los humanos es la continuación filogenética de la forma que “adoptó” la evolución para advertir a los seres vivos dotados de sistemas nerviosos de la presencia de un peligro.  La verdad es que como mecanismo de alerta no está nada mal, pero es un ejemplo de cómo la evolución es ciega e impasible. De cómo la madre naturaleza más que madre es madrastra. ¡Podía haber encontrado otra señal de alarma menos “dolorosa”! La encontró para el hambre, para la sed, para la falta de  oxígeno, cuyas ausencias son tan fatales como puedan ser la de cualquiera de los estímulos,  graves o no, que despiertan dolor.  A la naturaleza no le ha importado nada el sufrimiento de los seres vivos. El sistema de alarma ha funcionado, eso es todo.  No es de extrañar que los humanos hayamos siempre desconfiado de las soluciones de la naturaleza e intentado reemplazarla en cuando hemos podido. La búsqueda de alivio ante el dolor ha sido una búsqueda sin término de los humanos y, la verdad, sin demasiado éxito hasta muy recientemente. Aun así, desde siempre la medicina lo tuvo claro: Divinum opus sedare dolorem est, reza el viejo aforismo hipocrático. Y de esto va la historia de este capítulo.

El lector avisado sabe ya, probablemente por experiencia, que hay varias formas de anestesia. La local, la general, y la regional, de la que la anestesia epidural es una de sus variantes.  La anestesia epidural supuso un gran progreso   para la cirugía y, sobre todo, para la calidad de vida de las personas sometidas a la cirugía y su descubrimiento se debe a un cirujano español, Fidel Pagés, aún hoy muy poco conocido.

Decía Laín Entralgo que la cultura mínima que un médico debería tener es la del conocimiento de la propia historia de la medicina. En realidad, esta afirmación es validad para cualquier disciplina. Nos beneficiamos del progreso científico y tecnológico sin prestar atención a cómo se ha producido. Mucha gente e incluso muchos médicos jóvenes que carecen de cultura profesional parecen creer, por ejemplo, que los analgésicos siempre estuvieron ahí. Nada más lejos. Hasta bien entrado el siglo XIX una amputación o una extracción de muelas, por poner solo dos ejemplos de los innumerables que al lector se les pueda ocurrir, eran la antesala del infierno.

El protagonista de nuestra historia de hoy fue un joven médico español que se dejó la piel para mejorar la atención sanitaria en el campo de batalla en la Guerra del Rif y en la I Guerra Mundial. Un médico que a pesar de las dificultades del momento dedicó tiempo a la investigación y a la divulgación científica y que descubrió la anestesia  epidural de la que se han beneficiado millones de personas en el mundo, pese a lo cual la  historia ha estado muy cerca de olvidarle[1].

Fidel Pagés Miravé, nació en Huesca en 1886 y estudio medicina en Zaragoza, carrera que terminó en 1908, dos años después de que a otro gran médico aragonés, Santiago Ramón y Cajal le dieran el Premio Nobel. Pagés aprendió durante su formación francés y alemán, una cuestión decisiva en su autobiografía pues le permitiría desde muy pronto conectar con la medicina y la ciencia europea. Tras hacer unas oposiciones a sanidad militar fue destinado en 1909 a Melilla, desde donde se estaba librando la  segunda guerra del Rif[2], en un momento en que el  ejército español había sufrido una serie de derrotas dramáticas, la más importante, el  desastre del Barranco del Lobo, donde murieron 153 militares (17 jefes y oficiales y 136 hombres de tropa) y 599 resultaron heridos (35 jefes y oficiales y 564 hombres de tropa)[3]. Una situación que hizo que los   servicios médicos de Melilla estuvieran sobrepasados. 

Permaneció en Melilla dos años, que les sirvieron para adquirir una gran experiencia en cirugía de guerra y emergencias (recordemos que fue a Melilla recién terminada la carrera y entonces no existía el MIR). Regresó a la Península en 1911 con la experiencia de haber intervenido por primera vez en su vida a heridos de guerra  y con la decisión de terminar el doctorado, publicando en 1912  su primer trabajo científico, ("La lucha en campaña contra  las enfermedades infecciosas”),  analizando las técnicas que los médicos japoneses habían desarrollado durante la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905), técnicas  que él había puesto en práctica durante la campaña africana.  Durante su estancia en Madrid hizo el doctorado, se casó y adquirió un gran prestigio como cirujano llegando a ser médico personal de la reina María Cristina (segunda esposa de Alfonso XII y madre de Alfonso XIII.).

En 1917, durante la Primera Guerra Mundial, fue comisionado en concepto de delegado  del embajador de España en Viena,  para inspeccionar los campos de prisioneros del Austria-Hungría. No se limitó a la labor de inspección, sino que practicó gran número de operaciones en un hospital de Viena, para lo que fue muy valiosa, sin duda, su experiencia en heridas de guerra durante la guerra de África. Por otro lado, su conocimiento del idioma alemán le permitió el contacto con cirujanos alemanes que habían experimentado con la anestesia regional.  Una experiencia que le sería de gran utilidad para iniciar y publicar su principal proyecto sobre la anestesia regional, del que hablaremos inmediatamente.

En 1919 funda con el Dr. Ramírez de la Mata la “Revista Española de Cirugía”, de la que es editor, en donde publicaría en 1921 un artículo llamado “Anestesia metamérica”, al mismo tiempo que en la Revista de Sanidad Militar. En este artículo describía 43 operaciones llevadas a cabo utilizando la anestesia epidural, que después comentaremos brevemente.

En 1921 es destinado de nuevo a Melilla  coincidiendo con el “Desastre de Annual[4], en donde  murieron entre 8.000 y 13.000 soldados del ejército español, según las fuentes y cuya más importante consecuencia política fue el golpe militar y la instauración de la dictadura del general  Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923.  Recién incorporado, el ejército recupera de nuevo la ciudad de Nador. Con motivo de este combate se produce una enorme cantidad de heridos que afluyen a los hospitales[5]. El trabajo de Pagés en el Hospital Docker es continuo e incesante.  En estos días llegó a permanecer hasta 24 horas seguidas en quirófano. Pagés no solamente espera en el Hospital la llegada de heridos, sino que cuando tiene lugar el avance de las tropas españolas se incorpora con su equipo quirúrgico, creando una compañía de ambulancias de montaña para que el personal médico pueda llegar a primera línea del frente y que los heridos puedan ser atendidos y evacuados rápidamente, estableciendo puestos quirúrgicos en las zonas de combate. 


Frente a las tesis no intervencionistas ante las grandes heridas (“yo no opero moribundos”), que se habían extendido entre los cirujanos centroeuropeos tras la primera guerra mundial, Pagés tenía muy claro que la suerte de los heridos dependía de ser prontamente intervenidos. Con la incorporación de los equipos quirúrgicos a la misma línea de combate, Pagés se adelanta treinta años a las modernas instalaciones de los equipos quirúrgicos en puestos avanzados de la Sanidad de Campaña.[6] Una experiencia de guerra que dejó plasmada en su artículo “Heridas abdominales de guerra mi experiencia personal”.[7] Es algo muy parecido a lo que años después durante la guerra  civil española, haría Norman Bethune que fue uno de los primeros en desarrollar un servicio móvil de   transfusiones de sangre y que tantas vidas salvaría[8], especialmente en la carretera de Almería durante los bombardeos por la aviación italiana y los barcos alemanes,  a la población que huía hacia Almería aún en manos republicanas, tras la toma de la ciudad de Málaga por las tropas italianas en febrero de 1937.[9]

Vuelto ya a la Península, instalado profesionalmente en el hospital militar de Madrid,  murió el  21 de septiembre de 1923, en un accidente de tráfico a la edad de 37 años, dejando inacabada su obra científica  y por desarrollar una prometedora carrera de cirujano.

Como se ha comentado,  su gran contribución a la medicina fue el descubrimiento de la anestesia epidural, cuya experiencia en 43 casos publicó en 1921.[10]   Pagés tenía una larga experiencia en la práctica de la raquianestesia (no confundir con la epidural) de la que había realizado más de 1.500 operaciones. En la introducción del trabajo recuerda cómo se le ocurrió la técnica: “Realizando una raquianestesia tuve la idea de detener la aguja antes de atravesar la duramadre, después de haber perforado el ligamento amarillo, y bloquear las raíces nerviosas fuera del espacio meníngeo antes de atravesar los agujeros de conjunción. Después de depositar el anestésico fue instalándose en el paciente una zona de hipoestesia que se iba acentuando progresivamente por la zona infraumbilical y cara antero externa de miembros inferiores, dejando indemne el periné, escroto y planta de los pies, y a los veinte minutos de practicada la inyección, juzgamos prudente empezar a operar, practicando una cura radical de hernia inguinal derecha, sin la menor molestia para el paciente”.

El éxito de la intervención le movió a continuar con la experiencia y a justificar el término con el que designa a su innovador método. En su publicación leemos: "El resultado de este intento nos animó a seguir estudiando este método, al que en la clínica denominamos anestesia metamérica, por la posibilidad que nos proporciona de privar de sensibilidad a un segmento del cuerpo, dejando con ella a las porciones que están por encima y por debajo del segmento medular de donde proceden las raíces bloqueadas".

Es la primera vez que en la historia de la medicina se sientan las bases para abordar el espacio epidural por vía dorso lumbar con fines anestésicos. En el trabajo se indica minuciosamente la técnica de abordaje y se describe con detalle las estructuras anatómicas que intervienen en este tipo de anestesia, refiere el número y tipo de intervenciones que practica con este nuevo método, detalla la forma paulatina de instalación de la anestesia y no se olvida de anotar las complicaciones surgidas y los errores cometidos. Llama la atención la correcta sistematización del trabajo, dividido en seis apartados, y las referencias bibliográficas o de los autores que más habían aportado a la anestesia regional indicando tanto la preocupación de Pagés por encontrar el método anestésico ideal como el conocimiento de las más novedosas aportaciones en este campo. Pagés, en fin, conocedor de que se encontraba ante una nueva aportación al campo de la medicina, se muestra cauto a la hora de plantear las últimas conclusiones: "Los resultados, para ser los primeros, me parecen lo suficientemente aceptables para justificar ulteriores investigaciones"[11].

Hoy no hay dudas de que el trabajo de Pagés abrió la puerta a la anestesia epidural, de la que se han beneficiado millones de personas. Sin embargo, ni fuera ni dentro de España alguien leyó aquella publicación. En 1931, es decir diez años después, un italiano, Doglioti, publicó su experiencia con anestesia epidural[12], experiencia que volvió a presentar al año siguiente (1932) en un congreso  de la sociedad Internacional de Cirugía, ¡celebrado en Madrid! sin que nadie ni españoles ni extranjeros reclamaran la autoría de Pagés. Tendría que ser un argentino, Alberto Gutiérrez quien al publicar su experiencia once años después, hiciera justicia a la primacía de Pagés.[13]

Después de años de olvido, el artículo de Pagés fue traducido al inglés y publicado en 1961, y catorce años después en 1975 al francés.[14] Paulatinamente la evidencia se ha ido imponiendo y el trabajo de Pagés ocupa, por derecho propio, un lugar en la historia de la anestesiología. Hoy, a pesar de los olvidos y los errores acumulados, ya no queda duda alguna para considerar a Pagés como el pionero de la técnica de abordaje epidural con fines quirúrgicos. El mejor ejemplo es que en la wikipedia italiana, en la entrada en la que se revisa la anestesia epidural en Italia, leemos:

“La tecnica, avviata dallo spagnolo Fidel Pagés, fu introdotta in Italia dal Prof. Achille Mario Dogliotti, chirurgo e antesignano della Scuola Italiana di Anestesiologia, che il 18 aprile 1931 pubblicò nel Bollettino della Società Piemontese di Chirurgia (Vol. 1 anno 1931) il lavoro: "Un promettente metodo di anestesia tronculare in studio: la rachianestesia peridurale segmentaria".[15]

A Pagés le tocó vivir una etapa dramática de la historia de nuestro país. Por un lado, durante su formación, con el 98, se acaba formalmente el ciclo histórico de la España colonial, por otro, durante su vida profesional se ve envuelto en unas guerras neocoloniales en el norte de África que terminaron trayendo una dictadura militar.

Desde el punto de vista médico el olvido y en algunas ocasiones ignorancia hacia la medicina española era la nota dominante en el siglo XIX y principios del XX. La desgarradora frase que el Dr. Víctor Escribano incluye en su discurso leído con motivo de la solemne inauguración del Curso Académico 1916-1917, en la Universidad de Granada al afirmar: "Ninguno de los grandes adelantos de la cirugía y anestesia han nacido en España durante el siglo XIX", es un índice de la necesidad que tenía la cirugía hispana por encontrar innovadores que realzaran el nivel científico y la propia autoestima.[16]

Paradójicamente de los ocho premios nobeles que se han concedido a españoles tres, Echegaray (1904), Cajal (1906) y Jacinto Benavente (1922), se dan en vida de Pagés.  Al igual que Cajal, Pagés pertenece a ese tipo de ciudadano que no renuncia a su proyecto personal cualquiera que sea las circunstancias que le rodean. “A patria chica alma grande “ le gustaba decir a Cajal. También a Cajal le costó hacerse oír. Definitivamente la lengua española no era en ese momento lengua científica, ni lo sigue siendo[17]. Hay muchas razones para trabajar por la presencia de la lengua española en el mundo de la ciencia, pero todas han pasado antes por el dominio de alguna lengua no española, preferiblemente el inglés que es en este momento la lengua franca de la ciencia. Una lección que muchos jóvenes aún no han acabado de entender y que aun salen de sus currículos formativos sin aprender con suficiencia otro idioma que el español.

Por otro lado, ¿era realmente Pagés un científico?  Lo era en la medida en que los clínicos (y los cirujanos) son tenidos por tales. Ya lo decía Bertrand Russell:  “(...) un médico que aconseja un régimen lo hará después de tomar en cuenta todo lo que la ciencia tiene que decir en el asunto; pero el hombre que sigue su  consejo no puede detenerse a comprobarlo y está obligado por consiguiente a confiar no en la ciencia sino en la creencia de que su médico es un científico (...) (Bertrand Russell. La perspectiva científica. 1931).  Lo tenía más claro Ortega: ”.. Es cosa tan alta la ciencia que es delicadísima y – quieran o no-  excluye de sí al hombre medio. Implica una vocación peculiar y sobremanera infrecuente en la especie humana. El científico viene a ser el monje moderno.........es preciso separar la enseñanza profesional de la investigación científica..., el médico que tiene que aprender a curar y en cuanto médico nada más,  que no flirtee con la ciencia”.[18] Una opinión, cuando menos discutible. 

En la época que le tocó vivir a Pagés todavía los premios Nobel de Medicina se los concedían con más frecuencia a médicos, pero a partir de los años cuarenta la proporción cambia y la mayoría de los galardonados son biólogos o procedentes de otras disciplinas no médicas. (Figura 1)[19].




Fig. 1. Proporción de premios Nobel de Medicina en función de la titulación.


Esto es así por muchas razones, la creciente existencia de disciplinas no médicas que acuden a la investigación del campo de la salud, el mayor protagonismo de la biología en la investigación biomédica, etc. Pero seguramente hay otras más sutiles. Los clínicos nunca tuvieron que demostrar su pátina científica. Les venía dada de fábrica. Eran, ya lo hemos visto con el comentario de Bertrand Russell, “doctores” por investidura popular. Por otro lado la medicina tiene unos retornos inmediatos en forma del reconocimiento directo de los pacientes (por ejemplo) o de la sociedad, que puede llenar toda una dedicación y que excepcionalmente los disfrutan los científicos que tienen que conformarse con la satisfacción “intelectual” del hallazgo y el reconocimiento a largo plazo, cuando se produce. Por otro lado cuando los premios Nobel se lo dan a un médico generalmente no es por su actividad clínica o quirúrgica sino por su investigación biológica, como fue el caso de los dos premios Nobel de Medicina españoles, Cajal y Severo Ochoa. Esto ha sido especialmente valido para la cirugía. De hecho pocos cirujanos han recibido el premio Nobel: Theodor Kocher (1909),  Alexis Carrel (1912), Antonio Egas Moniz (1949) y Joseph E. Murray (1990), son algunos de ellos[20].

En los años de formación de Pagés, se habían ya alcanzado y se estaban implantando progresivamente los grandes logros habidos en la cirugía a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. La anestesia por inhalación y  por infiltración  era ya práctica común en todos los hospitales del mundo, como lo comenzaba a ser la antisepsia propuesta  por Lister en 1867[21],  junto a la introducción de nuevos instrumentos quirúrgicos para controlar la hemostasia,  entre otras innovaciones. Todas ellas permitieron a los cirujanos intervenciones cada vez más complejas, capaces de penetrar en las cavidades internas y en las articulaciones.   Es ya en este contexto donde se desarrolla la formación y la vida del joven médico recién graduado en la Universidad de Zaragoza.  Pagés fue un cirujano de raza, al que le gustaba operar. Un ciudadano que no se arredró ante los infortunios políticos del momento. Un médico militar que en medio del fragor de la guerra supo diseñar estrategias para salvar vidas, que es la función de un médico, ya sea en el campo de batalla o en el campo de la vida. Una persona, en fin, capaz de mantener “los ojos abiertos” y el sentido crítico despierto en momentos tan intensos como debe ser la cirugía de guerra, y en una época en la que todo parecía posible en el mundo de la cirugía.  Y esas fueron sus pasiones. Una gran vocación de servicio y una enorme capacidad de innovación en la asepsia, en la anestesia y en las propias técnicas quirúrgicas. Pagés fue, en fin, un gran innovador. Pero, ¿fue Pagés un científico que deba aparecer en los libros de la historia de la ciencia? La respuesta exigiría una amplia conversación sobre qué cosa es la ciencia y qué la innovación, asunto que nos ha ocupado en otros momentos   y al lector interesado lo remitimos a otras fuentes que tal vez puedan serles de interés[22].

Un último comentario sobre las repercusiones de las innovaciones del Dr. Pagés. En ninguno de los 43 casos descritos en su trabajo “anestesia metameral” figura un parto. Sin embargo, la anestesia epidural se ha convertido en una opción de primera línea para los llamados “partos sin dolor”.  Como hemos comentado ya, el dolor es la solución que a lo largo de la evolución la naturaleza ha encontrado como señal de alarma ante una agresión del tipo que sea. Es, sin duda muy eficaz en muchos momentos, pero bien mirado en la mayoría de las ocasiones más que una solución es una verdadera chapuza. Esto es especialmente cierto en el dolor crónico, por ejemplo en el caso del cáncer, que lejos de avisar en las fases más precoces, lo hace y a veces de qué manera tan cruel e innecesaria en las fases en las que ya el cáncer no tiene solución. Como lo es también el dolor del parto en humanos. Otra chapuza resultado de una adaptación precipitada a la bipedestación que redujo el canal del parto mientras que la simultánea encefalización  nos hacía humanos, aumentando el tamaño cerebral. 

En el mundo occidental las mujeres demandan cada vez con más frecuencia “un parto sin dolor”. El 50 % de las mujeres americanas solicitan la anestesia epidural en el parto. En España su uso se ha generalizado y está disponible para toda mujer que lo solicite durante el parto, variando su demanda según el centro sanitario. Parir con dolor era tan normal, que a lo largo de la historia había recibido el visto bueno del relato bíblico. En el Génesis cuando Adán y Eva son expulsados del Paraíso por su pecado original son condenados a perder los dones preternaturales y entre los castigos, que serán heredados de generación en generación, está esta terrible advertencia dirigida a Eva:  "En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos”. Es esta una de las razones por las que durante siglos se pensó que buscar un remedio que aliviara el dolor de parto sería ir contra un mandato divino. De hecho todavía miles de años después en 1847 un ginecólogo escocés fue juzgado ante un tribunal en el Colegio de Médicos de Londres por haber tenido la osadía de haber administrado cloroformo a una parturienta con el fin de aliviar el dolor del parto. La parturienta quedó tan satisfecha que le puso a la recién nacida el nombre de Anestesia. En el juicio de honor al que fue sometido el joven ginecólogo esgrimió un argumento impecable: El dolor no puede ser un mandato divino porque ya en el mismo Génesis quedó dicho que el Sumo Hacedor había dormido a Adán para sustraer la costilla de la que saldría la misma Eva. Es más, es posible que a tenor de este relato, pudiéramos afirmar que el Todopoderoso hubiera sido el primer anestesiólogo de la historia, dice  Ignacio Velázquez Rivera en su momento vicepresidente de la Sociedad Andaluza del Dolor, de quien tomamos esta historia[23].

El ginecólogo escocés salió absuelto  de aquel juicio, pero la controversia entre partidarios y detractores de la analgesia en el parto solo cesó cuando años después, un médico llamado Snow[24] suministró éter a la Reina Victoria para que diera a luz a su hijo Leopoldo. Desde entonces a este tipo de parto se llamó Parto a la Reina, extendiéndose y popularizándose esta técnica.

Parir sin dolor es, probablemente una de las mayores conquistas que los humanos hemos arrancado a la madre naturaleza Hoy, como se ha comentado, la analgesia en el parto se ha convertido en un derecho que toda mujer puede ejercer en la sanidad pública de muchos países, gracias entre otros al médico español Fidel Pagés Miravé. Injustamente olvidado  durante muchos años, recordado solo con una placa que resume lo que fue su vida y su obra: .Sirviendo a la patria enalteció la ciencia”. Esta placa coronaba uno de los quirófanos del antiguo hospital militar Docker de Mellilla que en 1926 el Ministerio de Guerra decidió cambiarle el nombre por el de “Capitán médico Fidel Pagés”[25]honrando el recuerdo de uno de esos  españoles ilustres que durante años cayó en el olvido y al que se le hurtó  durante mucho tiempo un descubrimiento  que ayudaría a muchos a hacer más llevadero su paso por un quirófano y que  cambiaría para siempre la vida de muchas mujeres,  mitigando  el dolor en el momento del parto. Después de varios años sin funcionar el Hospital “Capitán médico Fidel Pagés” cerró definitivamente sus puertas, desapareciendo con él la memoria institucional del introductor de la anestesia epidural .[26]



[1] Velázquez Rivera, I.. Aproximación a la obra científica del Comandante médico Fidel Pagés Miravé. Sanid. Mil. [online]. 2011, vol.67, suppl.1 [, pp.193-238. Disponible en: <http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1887-

 

[2]  La primera Guerra de Marruecos  se produjo entre 1859 y 1860,  enfrentó a España con el sultanato de Marruecos. La guerra finalizó con el Tratado de Wad-Ras, firmado el 26 de abril de 1860, que declaraba a España vencedora.

 

[3] De Madariaga, María Rosa (2011). «La guerra de Melilla o del Barranco del Lobo, 1909». En Eloy Martín Corrales, ed.Semana Trágica. Entre las barricadas de Barcelona y el Barranco del Lobo. Barcelona: Edicions Bellaterra. p. 110.ISBN 978-84-7290-528-3.

[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Desastre_de_Annual

 

[5] Entre los heridos se encuentra el teniente coronel legionario Millán Astray, al que opera el día 20.

[6] Velázquez Rivera, I. (2011) (Op.cit). -

 

[7] Pagés, F. (1922).  Heridas Abdominales De Guerra. Mi Experiencia Personal. Rev. Esp. De Cirugía, 10,11,12; 419-477.  

 

[8] El trabajo de Bethune en España con  unidades médicas móviles fue el modelo para la creación de las famosas s unidades Mobile Army Surgical Hospital (MASH) de la guerra de corea en 1946, hechas famosas por la famosa pelicula y serie de TV americana: M.A.S.H. 

 

[9] Luis Melero. La desbandada. Ediciones del Genal, Málaga, 2016. 

 

[10] F. Pagés (1921).  Anestesia Metamérica Rev.. San. Mil ,3; 351-365; 385-396.

 

Velazquez Rivera, I. (2011) (O. cit).

 

[12] 70. A.M. (1931).- Un Prometende Metodo Di Anestesia Tronculare In Studio: La Rachianestesia Peridurale Segmentaria. Boll. Soc. Piemontese Di Chirurgie. Vol. I. Abril.      

   

[13] A. Gutierrez. (1932).- Anestesia Metamerica Epidural. Buenos Aires, Rev. Cirug., 11: 665-685.   

      

[14] Citados por Velazquez Rivera, I, 2011 (op.cit).

 

[15] https://it.wikipedia.org/wiki/Anestesia_peridurale

 

[16] . García del Real, E. (1934)- Historia Contemporánea De La Medicina Madrid, Ed. Espasa Calpe; 664 Pp Citado por Velazquez Rivera. (2011) (Op.cit.). 

 

[17] Federico Soriguer; Antonio Diéguez (ed.).  Uso y cuidado de la lengua española en la ciencia. Editorial Comares. ACCESO ABIERTO. https://doi.org/10.55323/9788490458419

 

[18] Ortega y Gasset J. (1930). Misión de la Universidad., en Obras Completas, Tomo IV (1951) (Madrid, Revista de Occidente).  

[19] https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2016-10-08/premio-nobel-medicina-medicos-cientificos_1272079/

[20] María Ramírez Sánchez. David Fernández Morales. Premios Nobel en cirugía: Theodor Kocher, Alexis Carrel, Antonio Egas Moniz y Joseph E. Murray. Reduca (Recursos Educativos). Serie Congresos Alumnos. 4 (11): 4, 2012.

(file:///C:/Documents%20and%20Settings/USUARIO/Mis%20documentos/Downloads/1226-1468-1-PB.pdf)

 

[21] En marzo de 1867, Joseph Lister aunó las propuestas de Semmelweis (del que hablaremos en otro capítulo) con los recientemente adquiridos conocimientos de Louis Pasteur, publicando en  The Lancet como el uso el fenol para esterilizar el instrumental y las heridas abiertas. Los resultados fueron espectaculares. 

 

[22] Federico Soriguer. Si don Santiago levantara la cabeza. La lógica científica contada en 101 historia nada científicas. Editorial Incipit. Madrid, 2016.

[23] Ignacio Velázquez Rivera. Historia del dolor en el parto. Diario De Sevilla. 08 Abril, 2017 - 02:36h. https://www.diariodesevilla.es/opinion/analisis/Historia-dolor-parto_0_1124888164.html

 

[24] Snow puede ser también considerado uno de los padres de la epidemiologia moderna. Demostró que el cólera era causado por el consumo de aguas contaminadas con materias fecales, al comprobar que los casos de esta enfermedad se agrupaban en las zonas donde el agua consumida estaba contaminada con heces, en la ciudad de Londres en el año 1854 (ver capítulo 3). 

 

[25] https://elretohistorico.com/hospital-docker/.

 

[26] https://diariosanitario.com/el-inventor-de-la-epidural-de-la-tragedia-a-la-fama/

 

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