Reflexión y elección. Ricardo Ponce

“Reflexión y elección”


   Ricardo Ponce



“Reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones precipitadas”

Franz Kafka


“Ante un acontecimiento esperado, una tranquila y lúcida reflexión nos permitirá una mejor elección”

Carlos Bustamante





El ciudadano que uno llega a ser se ha sido constituido e impulsado por multiplicidad de factores entre los que están la genética, la epigenética, el ambiente social, cultural y económico, la educación, los valores, la edad y a su vez todo esto, matizado por las experiencias particulares y el azar de cada individuo a lo largo de su historia particular. 


De la argamasa de los valores surge la ética y la moral, la responsabilidad y hacer el bien, entendiendo al bien como el valor otorgado a una acción de un individuo, con una inclinación natural a fomentar una adecuada convivencia. Todo ello está a su vez motivado por una comprensión del entorno, de las personas y de uno mismo, que nos conducen a acciones que debieran favorecer el bienestar general e individual y el avance de la sociedad basado en el conocimiento, la solidaridad, la empatía, la justicia e intentando en el horizonte temporal la disminución de las desigualdades sociales.


En fin, este es un tema complejo y que debe ser desarrollado por especialistas en estas cuestiones.

Sin embargo, con mi escasa formación intelectual pero preocupado por el presente y futuro de la sociedad actual, no puedo dejar de posicionarme frente a esta coyuntura de la realidad y que ahora se manifiesta de forma más clara a través de una convocatoria electoral.


La democracia liberal y dentro de ella, la social democracia, han sido, a pesar de los muchos errores cometidos, las impulsoras de un mundo mejor, algo más justo y menos violento y ha transmitido a generaciones la idea de progreso tanto social como individual. No se ha conseguido y probablemente  no se conseguirá una sociedad perfecta o ideal pero a esa sana utopía creo que debemos aspirar y por lo tanto defender también el camino histórico realizado.


Ahora esta democracia está amenazada por corrientes populistas, iliberales, xenófobas y autoritarias.

Hay hoy en Europa grupos de extrema izquierda minoritarios, extraviados y con postulados obsoletos para el mundo actual. Pero esos no son un claro peligro y sí lo son las corrientes de derecha radical que van creciendo en toda Europa y ahora también en España. Los motivos de su surgimiento no puedo analizarlos en este artículo, pero si constatar que son un peligro para el país. 

Lo peor de este asunto es que esta derecha han contaminado a partidos conservadores o de derecha democrática imponiéndoles sus programas contra-culturales, liberticidas y sin ningún tipo de proyecto económico para el país y para una influencia notable en la Unión Europea y el mundo.


 No hace falta esperar a conocer los resultados de las próximas elecciones para afirmar que la normalización de la derecha radical es una característica central de la política de nuestro país. Lo es al menos en dos sentidos. Por un lado, por la contaminación entre sus ideas y propuestas y las del Partido Popular. Parece evidente que algunos de los elementos característicos del ideario de Vox encuentran en algunas figuras centrales del partido liderado por Alberto Núñez Feijóo una sintonía tan evidente como preocupante. 

Seguramente, el caso más claro es el de Isabel Díaz Ayuso, pero está lejos de ser el único. Por otro lado, y este es el aspecto más importante, Vox ha dejado de ser —si alguna vez lo fue realmente— un tabú. El Partido Popular rompió un consenso implícito al mostrar que era un socio posible (y eventualmente preferente) en la constitución de gobiernos para lograr o mantenerse en el poder.


Días pasados, el historiador Maximiliano Fuentes Codera, nos señalaba en un artículo, que el Partido Popular parece haber olvidado repentinamente que los ejes centrales de la política de Vox —el nativismo, el tradicionalismo, el antifeminismo, el securitarismo-autoritario, el ultraliberalismo económico y un nacionalismo exacerbado— representan ataques directos a algunos de los principios de la democracia liberal. Las concesiones que ha hecho en ayuntamientos y comunidades se han plasmado en cargos importantes para la derecha radical y ésta ya ha retomado uno de sus señas particulares como es la censura en la cultura, el freno a la lucha contra el cambio climático, la desprotección de la mujer, la ruptura del gran consenso que existía sobre la violencia de género y la homofobia, entre otras muchas cosas y solo tras unas pocas semanas de estar en los gobiernos municipales o locales.


Soy consciente de lo difícil que es gobernar hoy sin mayorías absolutas con una fragmentación partidaria compleja pero que es a su vez reflejo de la sociedad. Todo ello tratando de construir la Unión Europea con un telón de fondo de una guerra en el continente, saliendo de una durísima pandemia y combatiendo a una severa inflación motivada en gran parte por la propia guerra en Europa. Esas dificultades se agrandan cuando surgen en la sociedad tendencias negacionistas del cambio climático, antieuropeístas y portadoras de valores contrarios a la modernidad que hacen renacer cainismos, autoritarismos y nativismos que creíamos ya superados. 


Para acentuar la cuestión, estas tendencias retrógradas ni siquiera ofrecen un programa económico para estar hoy en el mundo. Es claramente una vuelta atrás que cala en los decepcionados, en los que se sienten marginados o no escuchados por los partidos tradicionales pero también en los casposos ideológicos de siempre. 

Aunque me disgusta por las reiteraciones el término de “lineas rojas”, parece ser necesario cuando hay que marcar cuáles son los principios que una organización política va a exigir para acuerdos de gobierno sin que ello signifiquen pasos atrás en logros de libertades y derechos ya conseguidos.


Algunos hacen gala que cuando lleguen al gobierno van a derogar, derogar y derogar…  ¿Piensan derogar los acuerdos sociales y económicos logrados por consensos entre trabajadores y empresarios?, ¿piensan derogar las leyes que han protegido durante estos últimos años a los que menos tienen?, ¿piensan derogar los impuestos a los más poderosos reduciendo la participación de los mismos en las arcas del estado del bienestar?, dicen también que van a reducir los impuestos en general cuando todos sabemos que eso significa peor sanidad y educación entre otras muchas cosas. Los que defienden solo la “libertad” del rico y del poderoso, ¿van a eliminar las libertades o derechos derivados de las leyes que dan protección a minorías, a los que sufren, como la ley de la eutanasia, las de la violencia de género, la del divorcio, la de los matrimonios de personas del mismo sexo o la de la despenalización de la interrupción del embarazo condenado en este último caso a los abortos clandestinos con riesgos de muerte o de cárcel mientras los más pudientes seguramente como fue en otra época, irán a realizarlo a sitios seguros y confortables?. 


Vivir es difícil, gobernar también y elegir en que sociedad queremos vivir también es una decisión compleja.

Y es difícil porque uno tiene que elegir y que cuando se opta tampoco se está del todo de acuerdo con la decisión adoptada, pero es un balance de lo que uno desea o no  para sí, para su familia, y para la sociedad en general.


Creo que el gobierno de coalición que está a punto de finalizar ha hecho muchas más cosas positivas que negativas. Ha tenido que gobernar durante la gran pandemia del COVID, de la guerra de Ucrania y de los efectos de la misma, así también contra la inflación y a pesar de ello ha conseguido una adecuada paz social, ha protegido a los más vulnerables, ha mejorado la economía y los empleos tanto en número como en calidad, aunque aún queda mucho por hacer. 


Ha colaborado también este gobierno de forma destacada en la integración europea haciendo a España más importante en el continente y sin duda ha realizado avances sociales diversos. 

Al mismo tiempo también pienso que ha habido errores como no atajar en su momento las críticas feroces y mal intencionadas a personas del gobierno; no supieron desmontar el engendro mediático de marketing destructivo que la oposición dio en llamar "sanchismo". Pero sin duda entre los errores más sobresalientes están la tardanza en corregir los efectos negativos de la ley del solo Sí es Sí, o la modificaciones legales que realizaron para favorecer a los independentistas entre otras cosas. Ha sido también negativo desde mi punto de vista aspectos de la ley trans o las actitudes de desunión y deslealtad entre los partidos de la coalición o las “cancelaciones” derivadas de parte del gobierno formado por una izquierda post moderna.


Sin olvidar nada de esto y conociendo cuáles son las alternativas retrógradas que significan Vox y algunos sectores del Partido Popular es que me entrego a una reflexión profunda y serena para determinar a quien irá dirigido mi voto. Seguramente con mi papeleta sumaré junto a la de otros millones de ciudadanos un impulso a las organizaciones, que a pesar de sus imperfecciones, tengan una propuesta de sociedad, más igualitaria, libre, justa, moderna y solidaria. 

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