Opinión. "Gobernar a cualquier precio". J.de D. Colmenero

Gobernar a cualquier precio

 Juan de Dios Colmenero Castillo (Médico)



Afirmaba Martin Luther King que; “el final de nuestras vidas comienza el día en que nos volvemos silenciosos sobre las cosas que importan”. Asumiendo tal reflexión, me resulta difícil permanecer ajeno y en silencio ante el debate político tribal, maniqueo y cainita al que nos han condenado aquellos a los que les otorgamos la dignidad y responsabilidad de gobernarnos.

Es posible que la historia sea tan solo el resultado de una limitada serie de instantes decisivos. Si esto fuera así, en la historia reciente de España, uno de esos momentos fue sin duda el día en el que Pedro Sánchez se puso al frente de la XV legislatura de nuestra joven democracia. En el denso y persuasivo discurso con el que logró su investidura, además de descalificar reiterada y duramente a lo que sin distinción alguna denomina las derechas, afirmó su intención de gobernar, por motivos de interés general, haciendo de la necesidad virtud. Es posible que esta sorprendente afirmación fuera tan solo un lapsus o un acto fallido, pero, en cualquier caso, explica con bastante nitidez el devenir que ha ido tomando la legislatura en sus dos primeros años de recorrido, trascurridos los cuales, sabemos con precisión cuales eran las necesidades del presidente, pero aún no se alcanza a comprender la naturaleza de las virtudes que se han conseguido.

Bastaría con que las virtudes a las que se refería el presidente fueran las recogidas en el Portal de Transparencia, donde se definen con claridad algunos de los Principios del Buen Gobierno; respetar la Constitución y el ordenamiento jurídico vigente, actuar con transparencia en la gestión de los asuntos públicos, respetar el principio de imparcialidad, tratar con igualdad a todos los ciudadanos sin discriminaciones de ningún tipo y asumir la responsabilidad de las decisiones y actuaciones propias sin perjuicio de otras que le fueran exigibles legalmente. ¿Podría el presidente asegurar de una forma creíble que, hasta el momento, ha gobernado siempre con transparencia, justicia, igualdad, equidad y respetando el interés general por encima de todo interés particular?

Sin entrar en la disquisición de definir cuantos cambios absolutos de opinión son necesarios para interpretar que nos están mintiendo, es evidente que, en la actualidad, a amplios sectores de la población, ya no les preocupa que les haya mentido su gobierno, lo que les aterra, es que ya no pueden seguir creyéndole.

A semejanza de nuestro propio organismo que posee diferentes órganos y sistemas, el Estado es una estructura compleja con múltiples instituciones, contrapoderes, administraciones y administrados. Para poder funcionar correctamente, los organismos complejos, sea el cuerpo humano o un Estado, necesitan mantener la homeostasis, entendida ésta como el conjunto de mecanismos de autorregulación, que permiten que su estructura y función permanezcan estables y en equilibrio. Igual que el ser humano para conservar la salud precisa mantener estrechamente controladas sus constantes vitales, un Estado que funciona democráticamente, para no deteriorarse, precisa mantener en respetuoso equilibrio todas sus estructuras, poderes y contrapoderes. En términos políticos pretender gobernar a cualquier precio es tan nocivo, como en el ámbito de la salud lo es conculcar las normas higiénicas elementales. 

Gobernar a cualquier precio o no gobernar a cualquier precio, esa es la cuestión. Tras las elecciones de julio de 2023, el presidente decidió gobernar a cualquier precio, ignorando uno tras otro sus compromisos electorales previos y eludiendo u orillando las opiniones, no solo de organismos importantes del Estado, sino de la mayoría social del país e incluso de importantes activos de su partido. Gobernar a cualquier precio no es una opción ética ni legítima y cualquiera que utilice esa estrategia, está transitando por la resbaladiza senda de un despotismo más o menos maquillado. Como intuía y expresé en su día, eso nos ha conducido a una suerte de política autolesiva, cuyas secuelas en el tejido institucional del país, siendo ya evidentes, pueden llegar a tener un pronóstico mucho más grave aún.

Llegados al ecuador de la legislatura con la sensación de formar parte del pasaje de una embarcación que navega a la deriva, a merced de los votos de los que amenazan constantemente con hacer encallar la nave si no se aceptan sus insolidarias condiciones, quizá convenga reflexionar sucintamente sobre las consecuencias de esta pintoresca singladura, cuyo altísimo precio y elevado riesgo ya conocía el timonel.

Siempre es el momento adecuado para hacer lo correcto. Es perentorio recuperar la homeostasis política del país y eso solo puede lograrse virando por redondo, tirando por la borda el lastre que supone depositar la gobernabilidad en aquellos que solo aspiran en propio beneficio, con extirpar la Transición de la memoria colectiva, desprestigiar la Constitución y deteriorar la cohesión del país. Los hechos no dejan de ser reales porque se les ignore. Gobernar un país levantando un muro que imposibilite la alternancia en el poder, despenalizando delitos a cambio de votos, conculcando derechos constitucionales, mintiendo reiteradamente incluso en sede parlamentaria, banalizando la ausencia de presupuestos o enmascarando los problemas jurídicos de su entorno con relatos victimistas, afecta sin duda a la calidad democrática y funcionamiento de las instituciones.

Si por las razones que fuere el señor presidente es incapaz de comprender esto, pésele a quien le pese, no solo es lícito sino necesario, exigirle serena, pero contundentemente y por todos los medios democráticos posibles, que convoque elecciones y devuelva la capacidad de decisión a la ciudadanía.

 


Comentarios

  1. El que sabe transmitir por escrito sus pensamientos, lo hace bien en cualquier territorio. El Dr. Colmenero ha hecho una demostración en política, lejos de su territorio natural, la medicina.

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  2. Como siempre mi querido amigo Juan de Dios claro, conciso, con un perfecto uso del lenguaje en el que desaparece la ofensa y el uso de palabras malsonantes, creo que esto ha desaparecido no solo de la vida politica sino tambien de las redes sociales. Regresando al meollo de la opinión yo añadiria que tras dos años de gobierno el presidente debería usar uno de sus poderes propios que es consultar a la ciudadania si considera que debe seguir o no en el ejercicio de la Presidencia del Gobierno, pues sin poner en duda sus buenas intenciones creo que como describe el autor del articulo, entre el inicio y el ahora hay grandes contradicciones por lo que la ciudadania debería manifestarse, con todo el derecho a equivocarse en uno u otro sentido, no es hora de salvadores.

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