Editorial. "Resistencia y sensatez". José Herrera Peral

Editorial. “Resistencia y sensatez”


"Todos no podemos avanzar si la mitad de la humanidad va por detrás". Malala Yousafzai.

(Día Internacional de la Mujer)

 

                                                                         Pintura expuesta en El Portón. Alhaurín de la Torre (No tengo la referencia del autor)

Queridos amigos:


Espero que estéis todos bien. Aprovecho también, con un día de retraso, para saludar a todas las mujeres en su día internacional. Creo que nunca podremos llamarnos comunidad civilizada hasta que no alcancemos la igualdad real entre los hombres y la mujeres de este mundo.

Os animo a leer hoy en Sinapsis varios artículos que abarcan temáticas diferentes como las sociales, políticas, psicológicas, filosóficas y del día a día de nuestra sociedad. Entre éstas repasamos el concepto de la envidia, el postmodernismo y el neoliberalismo, el riesgo de guerra en el mundo y también el recuerdo de mujeres ilustres aprovechando el Día Internacional de la Mujer.


Hace menos de una semana tuve la suerte de asistir a dos conferencias sobre un personaje interesantísimo, pero dolorosamente olvidado. Me refiero al científico español Juan Planelles. Desde que salí del local donde se realizaron estas conferencias no pude olvidar a este personaje lo que me llevó a meditar sobre la guerra, el exilio, la familia y nuestra historia reciente. A su vez todo ello me condujo a recordar el sentido de lo sensato y también el de la resistencia.

 

Sensatez se define como la cualidad del sensato y a su vez sensato es un adjetivo que expresa prudencia, cordura y buen juicio. Sin duda que para actuar con sensatez en nuestra sociedad y también en nuestra vida particular, se requiere reflexión, serenidad, conocimientos, solidaridad y tener una mirada por el bien común.

Probablemente en el momento actual que vive la humanidad hay cierta carencia de muchas de estas cualidades. Estamos inmersos en las polarizaciones políticas-ideológicas y en la defensa a ultranza de nuestros intereses, reforzándonos continuamente en los posicionamientos que hemos elegido para actuar en sociedad.

 

A pesar de ello hay veces que algunas personas entran en crisis y son conscientes de la anarquía mental en la que se encuentran cuando logran observar lo que están defendiendo y lo que de verdad les dicta su conciencia o su razón. Quizás es por esto que a esta editorial debería haber titulado con más precisión “confusión o contradicción” ya que eso es lo que noté en las circunstancias que estaban atravesando tres amigos míos.

Días pasados tuve tres ejemplos de esto y no crean que es un ardid literario, sino que ocurrió tal cual os lo cuento.

 

Primer ejemplo. Tuve una charla telefónica con una amiga de Córdoba (Argentina). Aunque hacía muchos meses que no hablábamos la noté crispada e incoherente. Le pregunté porqué. Me dijo que se encontraba mal porque estaba actuando contra sus principios. Ella había votado a Milei en las elecciones argentinas sobre todo por hartazgo y decepción de los últimos gobiernos peronistas que habían llevado al país a los niveles más altos de pobreza y también de corrupción. Había efectuado un voto de castigo y había permitido que llegara al gobierno una persona insensata, peligrosa y extravagante. El problema que mi amiga tenía ahora, era que por continuar con su oposición a los peronistas, se veía defendiendo y apoyando barbaridades que el actual presidente Milei y su equipo, comenzaban a hacer en su país. Lo justificaba ante los demás, aunque en su interior comenzaba a notar que sus principios se hacían añicos. No pude consolarla ya que cuando comencé a citarles actitudes de su presidente me respondió distanciándose de mí y acabamos el diálogo muy pronto. 

 

La segunda experiencia la tuve con un viejo amigo socialista. Las últimas veces que nos vimos terminamos discutiendo ya que yo le expresé mi rechazo a la política actual de Pedro Sánchez, sobre todo a las innumerables y humillantes cesiones al independentismo catalán. Ahora tras conocerse los últimos acuerdos con Puigdemont y sumarse los casos de corrupción de algunos miembros del partido, mi amigo estaba abatido y confuso. Pasamos un rato juntos pero en silencio. Él no deseaba hablar pero me manifestó que estaba muy desesperanzado y que había perdido la confianza en los dirigentes del partido en el que había militado toda su vida. La amnistía que el gobierno había elaborado retorciendo las leyes y otros ideales le habían sumido en una decepción paralizante. Cuando nos separamos vi que tenía un periódico sobre su mesa y en un titular se leía: "El 71% de los españoles está en contra de esta ley de amnistía y también el 40,6% de los votantes del Partido Socialista". Quedamos para vernos otro día.


Finalmente, la última vivencia dentro de este contexto la tuve al tener una larga conversación con una amiga que vive en Beerseba (Israel). Habíamos hablado después del 7 de octubre y ambos entonces estábamos horrorizados por el acto terrorista cometido ese día por Hamás. Esa barbarie sin apelativos la había sumido en un estado de temor, de desesperanza y ya intuía que sería una vez más un acicate para el incremento del odio entre esos pueblos enfrentados. Pasados ya más de cinco meses de aquel horrible acontecimiento, volvimos a hablar. La noté muy rara. Había cambiado mucho. Me dijo que estaba muy informada de lo que pasaba en Gaza por sus familiares que vivían en Europa y en Estados Unidos. La percibí triste, desilusionada, y me dijo que se sentía muy mal por confluir en sus sentimientos el odio que sentía hacia Hamás y la repulsión que le producían las acciones del gobierno israelí. Me dijo, dejando una pregunta en el aire, ¿es que no seremos capaces de resolver este conflicto? ¿O es que debemos resignarnos a vivir entre la pulsión agresiva y la culpa?. ¿Hasta cuándo?. Después no quiso seguir hablando. Nos despedimos con sincero afecto y quedamos para vernos más adelante.

 

Estas tres puntuales experiencias me dejaron a mí también muy conmovido.

Quizás me sentí muy afectado porque siempre pensé y así lo defendí, que el mundo estaba mejorando y que íbamos hacia un horizonte de progreso, paz y creatividad universal. Pareciera al menos en este momento, que las cosas no van como yo pensaba y deseaba.

 

Actualmente se comienza a hablar en determinados sectores de la posibilidad de una guerra mundial. Sentimos como sociedad una gran frustración al no poder terminar con la invasión de Ucrania y las matanzas en Gaza. Hay un resurgir de lideres mundiales que solo oscurecen el horizonte y me refiero a Trump, Putin, Netanyau, y a los dictadores de China o de algunos países árabes. Por otro lado observamos el respaldo popular a impresentables como Milei, Bukele, Maduro, Ortega, entre muchos otros de una lista dolorosamente larga.


En lo más cercano, en nuestro país, vivimos un ambiente de polarización, de mentiras y de “pagos políticos” a unos dirigentes que declaran abiertamente su deseo de romper España. Todo ello habiendo pasado en los últimos noventa años por dictaduras, guerra civil y una confrontación mundial. ¿Es que nunca aprenderemos? ¿O los humanos tendemos a comportarnos siempre como hordas agresivas espoleadas por quiénes ganan siempre con los conflictos bélicos?. Los nacionalismos excluyentes, los populismos y la falta de valores de los políticos nos llevan por mal camino. También, quizás deberíamos preguntarnos, qué hacemos mal los ciudadanos para que esto ocurra.

 

En el título de esta editorial hablaba también de resistencia. Pero no me refiero solo al hecho de aguantar, tolerar o sufrir, sino sobre todo a fortalecernos para cambiar con todo lo que en nuestro medio vaya contra la libertad, la justicia y la verdadera democracia. Necesitamos en la actualidad resistencia y enfrentamiento a la estupidez humana, aunque esta última se vista a veces con ropajes ideologizados.

 

Bueno amigos, para tener cierto respiro y ver también hechos positivos en este mundo basta observar a miles de personas que a lo largo de la geografía mundial y también local, trabajan por hacer de este planeta un sitio mejor. Me refiero a hombres y mujeres que luchan por la igualdad y la justicia imbuidos de solidaridad y fraternidad en las múltiples ONG, o en colectivos como los médicos, enfermeras, bomberos, científicos y un largo etcétera. 

 

Para despedirme os recomiendo para este fin de semana, dar buenos paseos, charlar con amigos, ir al cine o leer un libro que nos de placer y conocimiento. En relación a esto último os sugiero un pequeñísima obra titulada “El misterio de la creación artística” de Stefan Zweig

Además, recordando al poeta Constantino Cavafis os invito que escuchéis en los enlaces siguientes dos bellísimos poemas del autor. También al final, tenéis el texto de otra de sus poesías. Y para terminar y cambiar de temática podéis escuchar una canción muy conocida pero que os va a gustar.

 

https://youtu.be/dLKRWjdT4B4?si=I9dKNRs2BEPYqc_N

 

 

https://youtu.be/JCe0CEpSc6Y?si=VE1alMOAc4GJH1mM

 

Un viejo (Constantino Cavafis)

 

En la sala interior del ruidoso café 
un viejo esta sentado, inclinado sobre una mesa; 
un periódico frente a él, y ninguna compañía a su lado.

 

Y en el desdén de su edad

miserable,

medita sobre lo poco que disfrutó

los años

en que tenía fuerza, el arte de la 

palabra, y buen aspecto.

Sabe que ha envejecido mucho; está consciente de ello, lo ve, 
y sin embargo el tiempo en que fue joven parece 
ayer. Cuán breve el tiempo, cuán breve el tiempo.

Y piensa en cómo la Sabiduría lo engaño; 
y cómo el siempre confió en ella –¡qué tontería! – 
la mentirosa que decía, "Mañana. Tienes mucho tiempo."

Recuerda impulsos que contuvo; y cuánta 
alegría sacrificó. Cada oportunidad perdida 
se burla ahora de su prudencia insensata.

...Pero con tanto pensar y recordar 
el viejo devana. Y empieza a dormitar 
inclinado sobre la mesa del café.

 

Un "regalito" extra para compartir. Podéis pinchar en este enlace


https://open.spotify.com/track/6gkIIBgZx2661g01Nz5Qtr?si=a0870237a8f34e81


Hasta pronto. Cuidaos. Un abrazo. JHP

Comentarios

  1. Pepe, ya hace tiempo me convenciste de que actualmente el Mundo, a pesar de los pesares, era mejor que en tiempos pasados, y sinceramente también lo creo hoy también. Lo que ocurre, por un lado, es que somos los mismos que habitábamos antes las cavernas pero con adornos y abalorios más sofisticados, pero nos creemos sustancialmente más evolucionados; y por otro es que hoy nos enteramos de muchas cosas de las que ocurren y ademásal momento. ¡Qué la desesperanza no nos pueda!

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