Literatura: Carta a un amigo. F. Soriguer




Carta a un amigo 

Federico Soriguer

Hoy, con esta nota quiero abusar de mi amistad  con el editor de Sinapsis, pues no creo que él aquí hubiera hablado de su libro, aunque su espíritu (el del libro) haya ido apareciendo en Sinapsis desde sus comienzos.  Hace unas semanas, en la librería Luces lo presenté. El libro que se llama, muy acertadamente,   “Momentos. Relatos y otros escritos”, es  en  cierto modo inclasificable. Su autor, José Herrera Peral.   Porque en el libro hay de todo. Desde la nostalgia de la medicina de un jubilado, hasta relatos enigmáticos, desde diálogos imaginarios hasta historia personales, desde conversaciones con personajes del pasado hasta el descubrimiento del arte abstracto, desde relatos familiares   hasta historias trágicas de víctimas del terrorismo, desde  historias de desamor a historias de amor, desde reflexiones sobre la  maldad hasta sobre la nostalgia del  bien, desde relatos  delirantes hasta distopías futuristas, desde sus particulares preocupaciones  sobe el envejecimiento, el olvido y la muerte hasta  viajes en el tiempo, desde reflexiones sobre la naturaleza humana  hasta un elogio de la amistad, desde sus preocupaciones como escritor a las no menos personales sobre el futuro de la humanidad, sobre la verdad y la justicia.  Y todo esto en unas 200 páginas, lo que nos habla de una escritura destilada en la que nada sobra. 

El libro de Pepe Herrera  parece más que un ensayo una serie de cartas dirigidas a los amigos, aunque no pueda ser catalogado el libro como del género epistolar sino mas bien a la manera de cómo Sloterdijk en “Normas para el Parque humano” hablaba de la cultura occidental como  la continuación de una larga serie de cartas que habían comenzado por los griegos, leídas por los romanos y tras ellos todos los que después vinieron,  hasta nuestros días.  

Conozco al autor desde hace muchos años aunque sea ahora, después de la jubilación de ambos, cuando estamos compartiendo conversaciones e ideas. La ventaja de compartir ideas es que, al contrario de cualquier otro intercambio (A por B),   el resultado es siempre (A + B).  Un verdadero regalo, pues la amistad siempre lo es, como muy bien lo recuerda el autor en algunas de sus historias. 

Médico de profesión, le preocupa y es una pregunta que repite reiteradamente en el libro  las razones de por qué escribimos. “En realidad no tiene porque haber ninguna razón”,  me permití decirle  en la presentación.  Los humanos fuimos,  probablemente,  faber antes que logo. Ortega lo vio con toda claridad cuando identifica al hombre como un centauro ontológico, mitad faber mitad logo.   Toda tecnología crea sus usos.  Así está ocurriendo con la tecnología digital y así ocurrió con la invención de la escritura, probablemente la mayor revolución tecnológica de la historia de la humanidad. Escribimos porque podemos hacerlo y porque el hacerlo aumenta nuestro  bienestar y el de los demás.  También Ortega dejó claro que el objetivo de los humanos no es el estar (el sobrevivir) como les ocurre al resto de los animales, sino el bien-estar. Y este bien-estar,  el hombre lo consigue a través del desarrollo tecnológico.  Naturalmente como cualquier otro acontecimiento  la tecnología no es neutral  y hoy,  buena parte de ella se está escapando de la medida de lo humano, bien que lo sabemos. No es el caso de la escritura ni de los libros, esa obra casi perfecta  cuya historia ha sido escrita muy recientemente y de una manera muy hermosa por Irene Vallejo, de  cuyo libro “El Infinito en un junto”,  Sinapsis ha dado cuenta ya en más de una ocasión.. 

En todo caso al escribir,  el pensamiento se distancia, se enlentece, las palabras se transforman en conjuntos cargados de significado, nos damos cuenta que tenemos ideas o de que no tenemos ni idea.  Todos los hombres tienen ideas mejores o peores,  que bullen con más o menos intensidad en el interior de nuestro cerebro, antes de exponerlas. Pero es al exponerlas cuando adquieren todo su significado. Frente al discurso oral,  la escritura estructura el pensamiento. En realidad uno no sabe si sabe algo hasta que no lo dice en voz alta, o mejor  si lo escribe. En el epílogo del libro cita a María Zambrano quien en  Revista de Occidente en 1934 escribe: escribir es defender la soledad en la que se está.  Es posible que sí, pero, ¿y si es todo lo contrario?,  escribir como  la mejor manera de  defenderse de la inmensa soledad en la que todos los hombres están.  En la presentación  introduje al autor como apasionado cinéfilo, lector, humanista, médico y escritor. Pero este orden podría ser cambiado por cualquiera de sus muchos amigos a este y al otro lado del Atlántico, en función de sus experiencias  compartidas, de sus afinidades, de sus conversaciones.  

El libro es un libro ligero pero no liviano, coherente pero no denso, sincero pero no inmodesto, consistente pero no intenso, realista en fin pero no elude un cierto sentido trascedente. En la presentación también dije que el libro me recordó a Camus. Frente a un Sartre para el que el fin justificaba los medios, Camus escribió: “Entre la justicia y mi madre prefiero mi madre”…,  en realidad dijo en respuesta a un estudiante: …En este momento se arrojan bombas contra los tranvías de Argel. Mi madre puede hallarse en uno de esos tranvías. Si eso es la justicia, prefiero a mi madre”. En el libro, a mi no me cabe duda,  que el autor se decanta por Camus. Aun así en el coloquio que siguió a la presentación, Pepe Herrera dirigiéndose a mí, reconoció que en otra época ya lejana él había optado por Sartre. Y es esta honestidad intelectual la que rebosa en el libro y lo hace creíble.

Diré en todo caso para terminar estas líneas, que a los lectores nos es un poco indiferente  el porqué un  escritor escribe. Porque lo  importante, en fin,  no son las razones por las que el Dr. Herrera ha escrito este libro sino el que lo haya escrito, pues con él le ha dado a sus amigos (y a sus lectores) el mejor y más imperecedero de todos los regalos posibles. La mayor y mejor de las disculpas para seguir esta conversación. Léanlo.  



* Nota del editor de Sinapsis

Durante el tiempo que he dirigido, coordinado e impulsado Sinapsis no me había sentido con dudas sobre la publicación de artículos o por la aceptación de trabajos que varias decenas de colaboradores aportaron a esta revista cultural entre y para los amigos. Días pasados como editor de la revista tuve mi primera duda sobre la publicación  de un artículo de un colaborador habitual de Sinapsis.

La duda surgió porque dicho artículo trataba sobre el libro de relatos que yo escribí recientemente. El texto era elogioso hacia esa obra y sentí cierto pudor o vergüenza si aceptaba ese texto para la revista.

Estuve dándole vueltas unos días, lo consulté con algún otro amigo y en fin decidí hacerlo y lo tenéis más  arriba.

Os adelanto que el “crítico” de mi libro Momentos. Relatos y otros escritos, es un gran amigo mío y fue quién hizo la presentación de la obra. Por lo tanto su opinión seguramente estará sesgada por los afectos y por compartir muchas otras preocupaciones sobre la sociedad que nos rodea.

Al fin y costándome muchísimo la decisión, opté por la publicación aún sintiendo cierto sonrojo pero lo hice por que cuando inicié Sinapsis quise sacarla del concepto de blog personal y mi idea como muchas veces lo expuse era de  una revista amplia cultural abierta a todos en la que cualquiera pudiera participar siempre en una línea constructiva sobre la cultura y la sociedad en general.

La disyuntiva personal sobre la aceptación de este artículo se debió a que estaba relacionado con mi libro pero después de darle muchas vueltas en atención al colaborador que envió el artículo, a la apertura de Sinapsis a todo el que quiera colaborar, y porque además el artículo al que hago referencia titulado Carta a un amigo tiene otros aportes intelectuales sobre el hecho de escribir es que decidí su publicación. Un saludo a todos los lectores de Sinapsis.

José Herrera Peral

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