Emociones Destructivas
En política cuando el corazón domina al
cerebro se deben encender todas las alarmas. Somos emociones y razón pero el
predominio de la primera entraña un extraordinario peligro para la sociedad.
Cuando de forma prolongada en el tiempo
nos manipulan en los medios, en las escuelas, en el entorno cercano, sin
análisis crítico de medias verdades y nos ponen en marcha la conjunción más
peligrosa para la humanidad como el victimismo, las diferencias y el
sentimiento de que somos “mejores”, entonces se hipertrofian los conceptos de patria y “tierra”. A estos elementos apelaron todos los dictadores de la historia
(Hitler, Stalin, Franco, Videla, Pinochet, Kim Jong-un entre muchos otros) y
así le ha ido a la sociedad.
Veo en estos días como en
Cataluña las marchas multitudinarias son manejadas por las emociones dando una
patada a la razón y como la masa se autoestimula sintiéndose mayoría pero
olvidando a millones de catalanes atemorizados que están de momento en sus
casas. Los responsables de guiar a los ciudadanos por las confrontaciones
democráticas, los debates y los consensos hacen exactamente lo contrario. Apelan
a las emociones primarias del nosotros contra ellos. Hormonas,
neurotransmisores, contagio de la masa y a repetir los errores de la historia.
Me hubiese gustado ver
manifestaciones tan multitudinarias como la de estos días para luchar contra el
poder financiero que causó la crisis reciente y que ahondó de forma gigantesca
las desigualdades sociales, o para evitar los recortes en sanidad y educación o
para protestar contra la corrupción del partido nacionalista que gobernó años
Cataluña. Pero no, no las he visto. Priman más los sentimientos de mi “tierra”
o las banderas y soflamas que la lucha por los verdaderos intereses de los
ciudadanos. Es una victoria de las emociones y se sigue adelante olvidando que
también son emociones pero negativas las secundarias a la confrontación, al
aislamiento, a la violencia y a la pobreza a la que nos veremos abocados. Haya
o no haya referéndum ilegal, los que lo organizan ya tienen también los
resultados. Me avergüenza que en el siglo XXI la sociedad tienda a repetir
errores que han producido en la historia tantísimo daño. Después no valdrán las
autocríticas. (Abajo viñeta de El Roto. El País 24/09/17)
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