Editorial. Incapacidad y paréntesis. José Herrera Peral

Incapacidad y paréntesis

                                                                                       Pintura de José Herrera Peral

Con frecuencia cuando fracasamos en el logro de nuestros objetivos nos vemos invadidos de sentimientos de incapacidad, ineptitud o impotencia. 

Se entiende por impotencia a la falta de fuerza, poder o competencia para realizar una acción, hacer que suceda o ponerle resistencia. Muchas veces a lo largo de la vida las personas tenemos esa sensación de impotencia y hacemos un paréntesis para reflexionar, cambiar de estrategias u objetivos. 

En ese paréntesis el individuo en ocasiones analiza su propia persona, sus acciones, su relación con el entorno cercano y también con la sociedad en general. Percibe a veces que su aporte a la evolución del mundo es mínimo o insignificante, aunque las frustraciones en el ámbito de lo más cercano suelen ser todavía más dolorosas y decepcionantes.

Comenté ya hace un tiempo que la visión que tenemos de los hechos varía notablemente según desde donde observemos. No es lo mismo ser joven que anciano, gozar de salud que estar enfermo, tener una buena situación económica que carecer de ella y entre otras muchas cosas no es lo mismo, vivir en un momento de paz que en una guerra. En fin, el mismo momento histórico o individual puede ser visto de manera diferente según desde donde lo vivamos.

 

Durante las reflexiones en ese paréntesis constatamos que no es suficiente actuar con afecto, inteligencia, conocimientos, valores éticos y buenas intenciones para que las cosas salgan bien y se cumplan los objetivos. Es fundamental tener en cuenta al “otro”, ese sujeto con el que interactuamos ya que tiene sus propias peculiaridades e historias propias.  A ello, en los temas sociales o políticos, le sumamos la influencia de los intereses colectivos o de clase que están presentes en la sociedad sin olvidar tampoco la influencia del azar. Sin entrar en profundidad sobre el concepto del azar, solo hago referencia a la supuesta causa de los sucesos no debidos a una necesidad natural, ni a una intervención intencionada, sea humana o de otro tipo.

 

Días pasados tuve un “paréntesis”. Durante ese tiempo estuve en otro continente, vi un inmenso y rico país víctima de malos gobernantes y de intereses locales e internacionales que se benefician de esa situación; también tuve un aviso en mí de cambios vinculados a la edad y así mismo palpé el paso del tiempo en mis amigos de toda la vida. El cerebro mediante sus funciones nos permite entender muchas cosas como nuestra situación en el universo, nuestra propia evolución como especie y también como individuo, pero pocas veces nos consuela sobre el deterioro biológico o simplemente de la conciencia sobre el  transcurso del tiempo, ya que dentro del mismo, es decir del Tiempo en mayúsculas, somos de una insignificancia inimaginable.

Pero no todo fue oscuro en el paréntesis ya que tuve la suerte de sentir el calor de la amistad. Sentí de mis entrañables amigos, afecto, cariño, compañerismo y entendimiento. La amistad, ese sentimiento profundo y mantenido en el tiempo al que no se llega por obligación si no por elección, azar o condiciones del entorno. Me sentí una persona privilegiada por contar con los lazos de la amistad.

 

De vuelta en casa percibo que aquí ya ha llegado la primavera y se nota en el ambiente. Voy caminando por las calles de Málaga y todo es luz, alegría, colorido y todo ello acompañado por el azul bello del Mediterráneo. Ese ambiente idílico lo siento romperse al pasar frente a una plaza de toros donde se está practicando una lidia. Que atraso.

 

Durante ese breve paseo recuerdo también que se está desarrollando el Ramadán y que acaban de finalizar la pascua cristiana y la judía.  Sin embargo creo que la meditaciones que podrían desprenderse del significado de estas conmemoraciones no llegan a traducirse en el comportamiento humano, ya que se intensifican en estos días los conflictos entre israelíes y palestinos, se reactivan los combates en Siria y se mantiene el horror de la guerra en Ucrania. Incomprensiblemente observamos en estos días, que el nefasto Trump sube en las encuestas y mantiene activos, dado que siguen su línea, a personajes como Bolsonaro o el impresentable Milei en Argentina. En nuestro país, pasada la teatralización de la moción de censura nos abocamos a elecciones municipales y nos volverán a enseñar los políticos sus disputas alejadas de los intereses reales de la ciudadanía. Imperará el todo vale si perjudica a mi adversario y beneficia a mi partido. 

 

Releo este borrador y me doy cuenta que no hay un mensaje de optimismo en el texto y me entristece. Quizás todos leamos la realidad sin que sea necesario que algunos hagamos ahondar en ella y por lo contrario, quizás necesitemos una mirada más lúdica y optimista. 

 

¿Qué hacer entonces? Pues no lo sé.  Aún así te invito a que disfrutes de tu pareja si la tienes, de tus amigos, que hagas algo por lo demás individual y socialmente, que leas, que veas cine, que escuches música, que estudies, que te entretengas con Sinapsis, que pasees por el campo, por la playa o por donde te apetezca. 

En fin, que aproveches de tu bienestar, de tu libertad en democracia sin olvidar a los que carecen de ella.


Para compensarte de los nubarrones de este texto te invito a leer unos hermosos poemas de Octavio Paz.

 

Como quien oye llover

Óyeme como quien oye llover,

ni atenta ni distraída,

pasos leves, llovizna,

agua que es aire, aire que es tiempo,

el día no acaba de irse,

la noche no llega todavía,

figuraciones de la niebla

al doblar la esquina,

figuraciones del tiempo

en el recodo de esta pausa,

óyeme como quien oye llover,

sin oírme, oyendo lo que digo

con los ojos abiertos hacia adentro,

dormida con los cinco sentidos despiertos,

llueve, pasos leves, rumor de sílabas,

aire y agua, palabras que no pesan:

lo que fuimos y somos,

los días y los años, este instante,

tiempo sin peso, pesadumbre enorme,

óyeme como quien oye llover,

relumbra el asfalto húmedo,

el vaho se levanta y camina,

la noche se abre y me mira,

eres tú y tu talle de vaho,

tú y tu cara de noche,

tú y tu pelo, lento relámpago,

cruzas la calle y entras en mi frente,

pasos de agua sobre mis párpados,

óyeme como quien oye llover,

el asfalto relumbra, tú cruzas la calle,

es la niebla errante en la noche,

es la noche dormida en tu cama,

es el oleaje de tu respiración,

tus dedos de agua mojan mi frente,

tus dedos de llama queman mis ojos,

tus dedos de aire abren los párpados del tiempo,

manar de apariciones y resurrecciones,

óyeme como quien oye llover,

pasan los años, regresan los instantes,

¿oyes tus pasos en el cuarto vecino?

no aquí ni allá: los oyes

en otro tiempo que es ahora mismo,

oye los pasos del tiempo

inventor de lugares sin peso ni sitio,

oye la lluvia correr por la terraza,

la noche ya es más noche en la arboleda,

en los follajes ha anidado el rayo,

vago jardín a la deriva

—entra, tu sombra cubre esta página.


 Lo podéis oír recitado en este enlace

https://youtu.be/D6BjAskh1jM


                        ***

 

Entre ir y quedarse

 

Entre irse y quedarse duda el día,

enamorado de su transparencia.

La tarde circular es ya bahía:

en su quieto vaivén se mece el mundo.

Todo es visible y todo es elusivo,

todo está cerca y todo es intocable.

Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz

reposan a la sombra de sus nombres.

Latir del tiempo que en mi sien repite

la misma terca sílaba de sangre.

La luz hace del muro indiferente

un espectral teatro de reflejos.

En el centro de un ojo me descubro;

no me mira, me miro en su mirada.

Se disipa el instante. Sin moverme,

yo me quedo y me voy: soy una pausa.

 

                        ***

 

Decir, hacer

 

Entre lo que veo y digo,

Entre lo que digo y callo,

Entre lo que callo y sueño,

Entre lo que sueño y olvido

La poesía.

Se desliza entre el sí y el no:

dice

lo que callo,

calla

lo que digo,

sueña

lo que olvido.

No es un decir:

es un hacer.

Es un hacer

que es un decir.

La poesía

se dice y se oye:

es real.

Y apenas digo

es real,

se disipa.

¿Así es más real?

Idea palpable,

palabra

impalpable:

la poesía

va y viene

entre lo que es

y lo que no es.

Teje reflejos

y los desteje.

La poesía

siembra ojos en las páginas

siembra palabras en los ojos.

Los ojos hablan

las palabras miran,

las miradas piensan.

Oír

los pensamientos,

ver

lo que decimos

tocar

el cuerpo

de la idea.

Los ojos

se cierran

Las palabras se abren.

 

                                                             ***

Para finalizar amigos, os sugiero ver este video donde a través de la música sacamos energía para seguir adelante. Beethoven con su sinfonía “la novena” y con su Oda a la Alegría, que es un canto a la hermandad internacional (adoptado como himno oficial de la Unión Europea en 1985) nos impulsa a ello. Gracias al cine, concretamente a Copying Beethoven (2006), disfrutamos de esta recreación.

 

https://youtu.be/Xkj0TeZeZuo


J.H.P

 

Comentarios

  1. Pepe, realmente creo que no es un editorial pesimista, y si hay nubarrones como dices detrás de ellos vemos que siempre luce el Sol. En realidad, está lleno de un sentimiento rebelde y de un trasfondo lleno de humanismo y esperanza, ya que tus palabras son propias de aquellas personas que ven y sienten la realidad. Y eso es doloroso a veces y maravilloso otras. Demasiada ceguera nos rodea ya, y tú abres los ojos con transparencia. No recuerdo dónde oí o leí aquello de que "debajo de la piel de un pesimista se esconde la profunda sensibilidad herida y esperanzada de un optimista" (que me disculpen los que leyeron o escucharon esta frase, que seguro no la he reflejado en su literalidad sino, espero, sí en su sentido). Y muchas gracias por permitirnos disfrutar de esos maravilloso poemas de Octavio Paz.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares