1) Cine. 2) Literatura. 3) Arte

En las ultimas semanas he visto algunas películas que merecen un pequeño comentario.


Loreak (Flor)


Es una película vasca. Melodrama sencillo donde se exponen las relaciones humanas inmersas en la desolación, la pérdida y la presencia de los recuerdos. Bien interpretada y merece la pena verla.


Empieza el baile


Filme argentino reciente. Muy bien interpretado por los tres actores principales. Es una comedia con toques de humor negro y melancolía y unos diálogos inteligentes. Se pasa un rato muy entretenido en el cine aunque en los últimos minutos de la película, desde mi punto de vista, se desaprovecha lo logrado hasta ese momento finalizándola de una forma muy "peliculera" que da la sensación de un ya visto.


Fragmentos de una mujer


Película canadiense. Es un drama materno-filial que expone el dolor y desestructuración de una pareja tras una pérdida perinatal. Es triste y dolorosa. Bien interpretada y sin duda, merece la pena verla en cine o en alguna plataforma.


Caterina se va a Roma


Refleja las contradicciones y el absurdo de los comportamientos diferentes en las distintas capas sociales llevados de la mano por el hilo que teje una adolescente algo despistada. Casi siempre ver algo de cine italiano satisface aunque en este caso sea una excepción ya que decepciona y creo que ver este filme puede ser una pérdida de tiempo.

 

Érase una vez Euskadi


Se trata de la historia de la amistad de unos niños en el marco de la sociedad vasca de los años 80 con postales de estereotipos sencillos que deslucen la película. No merece la pena verla.


Finalmente os comento sobre la película ¿Quo Vadis, Aida? que me gustó y recomiendo que la veáis.


¿Quo Vadis, Aida?



 Aquí tenéis alguna información sobre ella.


Ficha obtenida de filmaffinity


¿Quo Vadis, Aida? 


Título original

Quo Vadis, Aida? 

Año

2020

Duración

104 min.

País

Bosnia y Herzegovina

 

Dirección

Jasmila Zbanic

 

Género

Drama.  Bélico |  Guerra de los Balcanes.  Años 90

 

Sinopsis


Bosnia, julio de 1995. Aida trabaja como traductora para la ONU en la pequeña ciudad de Srebrenica. Cuando el ejército serbio ocupa el pueblo, su familia está entre los miles de personas que buscan refugio en los campos de la ONU. Como participa en las negociaciones, Aida tiene acceso a información importante. (FILMAFFINITY)


Premios

2020: Premios Oscar: Nominada a mejor película internacional

2020: Premios BAFTA: Nominada a mejor director y película en habla no inglesa

2021: Premios del Cine Europeo: Mejor película, dirección y actriz. 3 nominaciones

2021: Asociación de Críticos de Los Angeles: Nominada a mejor película extranjera

2020: Premios Independent Spirit: Mejor película extranjera

2020: Festival de Venecia: Sección oficial a competición

 

Críticas

"Retrata la guerra de los Balcanes sin complejos. Y duele (...) Sí, es maniquea, declarativa, ruda y hasta evidente. Y, contra lo que se pueda pensar, es ahí, en su honestidad brutal y en su desacomplejada ira, donde se hace grande." 

 

Luis Martínez: Diario El Mundo 

"La gradación del ritmo de la cinta es impecable, con una tensión que va en continuo in crescendo hasta hacerse absolutamente insoportable (...) sobresaliente interpretación de Jasna Djuricic (…) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)" 

 

Alberto Luchini: Diario El Mundo 

"Resulta algo tópico en la forma de presentar a unos y otros, pero posee también elegantes soluciones de puesta en escena que hacen más aterradora, si cabe, la expresión de la violencia. (…) Puntuación: ★★★(sobre 5)" 

 

Quim Casas: Diario El Periódico 

"Poderosamente humana, la película ilustra con especial precisión los terrores (...) de una comunidad (...) se inscribe en la mejor tradición del cine de denuncia sobre la eterna herida abierta que siguen siendo los Balcanes. (…) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)" 

 

M. Torreiro: Fotogramas 

"Una de las virtudes más admirables (...) es su capacidad para cambiar de escala sin perder el foco (...) Zbanic crea tensión con una virtuosa puesta en escena precisamente por su falta de virtuosismo (…) Puntuación: ★★ (sobre 5)" 

 

Sergi Sánchez: Diario La Razón 

                                                              ***

Para mi esta película fue una sorpresa. Está realizada en 2020 aunque es ahora cuando yo pude verla. Está muy bien filmada e interpretada. Refleja un momento puntual muy conocido ocurrido en la reciente Guerra de los Balcanes. Nos muestra la barbarie a la que pueden conducir los nacionalismos. Esto ocurrió hace menos de treinta años y en plena Europa que creía haber superado estas corrientes homicidas tras el holocausto de la segunda guerra mundial. Hoy en cierto modo lo estamos reviviendo con la invasión a Ucrania y el manejo del conflicto por parte de los poderosos. Es un cine testimonial, que atrapa y que duele. Os la recomiendo. Creo que ahora está en algunas plataformas. J.H.P

Adjunto tráiler del filme.

https://youtu.be/G8bCJq4r0Kw

                                                          ***


Literatura

 https://www.hoyesarte.com/literatura/biografia/a-la-vejez-diarios_274577/?utm_source=Boletin_20230329_1038&utm_medium=boletin&utm_campaign=boletin

 

A la vejez, diarios

  • Luis Pardo. hoyesarte.com


La entrada en la vejez no se anuncia con toques de trompeta sino con pequeños y penosos desarreglos previos que todavía no son mortales pero que denotan nuestra mortalidad. Lo avisa Aurelio Arteta en A fin de cuentasla segunda parte de sus cuadernos sobre la edad tardía. En su dietario, Una cierta edad (2011-2016), Marcos Ordoñez, por su parte, escribe que empiezas a tener eso, una cierta edad, cuando caes en la cuenta de que un día más es, irrevocablemente, un día menos. “Pronto cumpliré sesenta y siete años. ¿Soy un viejo?” se pregunta Juan José Millás en la primera línea de La vida a ratos, que el mismo autor no sabe si definir como una novela disfrazada de diario o un diario disfrazado de novela.

De las tres, la obra de Arteta (Navarra, 1945) es, claro está, la que dedica más páginas a meditar sobre la vejez, la decrepitud y la muerte. Lo hace sin rodeos, con todas las letras pero destilando al mismo tiempo un profundo amor a la vida entre citas de otros grandes pensadores y pinceladas de ironía.

Nos recuerda el ensayista navarro que al anciano la vida no le falta pero como amenaza con abandonarle en cualquier momento lo que hay que hacer es extraerle su jugo a cada hora que le resta; en realidad, un consejo válido para todas las edades. “Cualquier día sin tierra encima es un buen día” es afirmación del padre de Marcos Ordóñez, quien en caso de tener que tatuarse una frase apostaría seguro por algo así como “no dejes ni un día de sonreír o, mejor, reír”.

A riesgo de que le acusen de fúnebre o sombrío, se niega Arteta a reflexionar sobre la vejez si a cambio tiene que evitar hablar de la muerte. La tarea de la filosofía, nos dice, “no estriba tanto en aprender a morir, sino en aprender ese modo de vivir que se sabe abocado a morir”. O dicho de otro modo: a entender que el placer de vivir y la pena de morir van de la mano. 

El viejo, un extraño

Puede que abunden los ancianos resentidos que den la razón a Santiago Ramón y Cajal cuando decía que es “rasgo característico de la vejez pensar que con nuestra ruina debe precisamente coincidir la del Universo”, pero también hay viejos tan prestos a ayudar como dejados al margen en un mundo, como el actual, tan dominado por la prisa y la técnica, un mundo entre poco y nada interesado en saberes del pasado. Lo refleja bien Arteta cuando señala con sorna que “los contemporáneos parecen venir a esta tierra con la ilusión de carecer de pasado y dispuestos a crearse a sí mismos de la nada. Entre ellos, el viejo es, cada vez más, un extraño”.

Eso no le sucede al Millás protagonista de La vida a ratos, con jóvenes que acuden a su taller de escritura y de los que es él el que dispara cosas como que, “por lo general, mis alumnos no quieren escribir sino ser escritores”. El libro sigue el formato de diario pero es una inmersión en toda regla en el inconfundible universo de Millás (Valencia, 1946), con entradas que repiten rituales de la vida cotidiana (viajes en metro, gin-tonics en bares, conversaciones en sus clases…) y vivencias que acaban siendo esa suerte de cuentos breves, extraños e intrigantes que tan bien sabe resolver el autor de La soledad era esto.

La pasión por el teatro de Marcos Ordoñez (Barcelona, 1957) impregna el grueso de su maravilloso dietario en el que hay también espacio para sus recuerdos de infancia y adolescencia, el amor a la música de su adorado Gato Pérez, Paul Simon o Sinatra, su entusiasmo por la literatura de James Salter y mil referencias más que no agotan sino todo lo contrario: contagian ganas de ver, leer y escuchar cuanto pasa por su insaciable radar.

Entre tanto deslumbramiento y mogollón de divertidas anécdotas, el novelista y crítico teatral de El País encuentra huecos en sus cuadernos para dar cuenta de sus periódicos ataques de pánico y el terror a un nuevo mordisco del cáncer (“Mi paisaje favorito: el camino de vuelta del hospital, cuando el chequeo ha ido bien”). Y no le cuesta admitir “señales inequívocas de una cierta edad: los berrinches que me dan últimamente cuando alguien me contradice o cambia algo de sitio, en sentido literal o metafórico”.

Los tres hablan de las cuitas del cuerpo (“¿a qué edad el cuerpo se convierte, no ya en un tema de conversación, sino en el ‘tema’ de conversación?”, se pregunta Millás), infartos y miedos (un temor recurrente: alcanzar la edad en que murieron los padres), incertidumbres y suicidios y, cómo no, muertes de amigos más o menos cercanos que inevitablemente auguran la propia.

“Las balas silban cada vez más cerca”, suelta Millás, y otro diarista célebre, Iñaki Uriarte, lo expresa casi igual: “A partir de cierta edad, llegamos al Far West: silban las balas a nuestro alrededor”. Dicho todo esto, en las obras citadas los pensamientos lúgubres sucumben ante la inteligencia, la sabiduría, el humor y, claro que sí, la vitalidad de sus autores.

En España, nos hemos reído bastante de la muerte, como cabe suponer que harán en otros países, y algo menos de las miserias de ir cumpliendo muchos años. Fernando Fernán Gómez decía que lo que más le molestaba de la vejez era el inoportuno moco que le colgaba por la dichosa rinitis de sus últimos años y que le impedía asistir a comidas protocolarias.

 



A fin de cuentas

Aurelio Arteta
Editorial Taurus
266 páginas
17,90 euros

 


La vida a ratos
Juan José Millás
Editorial Alfaguara
477 páginas
19,90 euros

  


Una cierta edad
Marcos Ordóñez
Editorial Anagrama
336 páginas
18,90 euros


                                                              *** 

Para terminar y sin que tenga que ver con el cine os invito a ver algo de arte.

 Arte. Cuadro de Renoir

En el enlace siguiente podéis ver una obra de Renoir y comentarios sobre la misma. (Pinchar al entrar en el artículo en Traducir página)

https://artsandculture.google.com/asset/luncheon-of-the-boating-party-pierre-auguste-renoir/mgHsTKDNJVzPAg

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