¡Ojalá ganen las feministas!. F. Soriguer

https://www.diariosur.es/opinion/ojala-ganen-feministas-20210606000849-ntvo.html?gig_actions=sso.login&gig_enteredFromComponent=fromLoginClick


                        ¡Ojalá ganen las feministas!


                                               LA TRIBUNA. Diario Sur

                                                                  FEDERICO SORIGUER

                                           MÉDICO Y MIEMBRO DE LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE CIENCIAS

 


La ley pretende subvertir algunas cuestiones que han sido pilares de buena parte de la modernidad y, en este caso concreto, la lucha por los derechos de las mujeres

A la falsa creencia de todo lo natural es bueno y todo lo bueno natural Moore llamó 'falacia naturalista'. Algo así ocurre con la idea de progreso, palabra que suele utilizarse solo en sentido positivo. Por supuesto no es esta sino una falsa creencia, una falacia parecida a la falacia natural. La introducción viene a cuenta de la entrada, y posterior retirada, en el Parlamento el 18 de mayo de la llamada 'ley trans', propuesta por la ministra Irene Montero, presentada como una ley de progreso. Hasta conspicuos periodistas conservadores la han defendido. ¿A quién puede molestar, dicen, que se aumente el techo de las libertades? Pero, ¿realmente es una ley progresista? Sorprendentemente en ella apenas si aparece la palabra transexual ni la palabra sexo, pero si 'trans' y 'genero'. Y esto es así porque la ley pretende subvertir algunas cuestiones que han sido los pilares de buena parte de la modernidad y, en este caso concreto, la lucha por los derechos de las mujeres.

Si la ley se aprobara en los términos del borrador el concepto de sexo biológico desaparecería sustituido por el de género, ahora redefinido a la manera 'trans'. Hasta ahora el concepto de género no era excluyente del de sexo pues representaba al conjunto de estereotipos (masculino/femenino) socialmente construidos alrededor del sexo (hombre/mujer). Ha sido la lucha contra estos estereotipos de género uno de los objetivos del feminismo, fundamento mismo de las grandes conquistas (aun inconclusas) en torno a la igualdad entre hombres y mujeres. Para el feminismo ilustrado existía el género porque existía el sexo. Pero en la ley esa idea desaparece sustituida por la de género como sinónimo de la identidad (de género, en sustitución del sexo). Al fin y al cabo, el sexo no sería sino el resultado de una construcción social. La identidad de género es la única identidad posible, dicen los teóricos del radicalismo 'trans', desapareciendo como por arte de magia la sexual. Inicialmente la idea de género fue muy útil para reconocer a las personas transexuales, pero ahora casi han sido borradas de las reivindicaciones del radicalismo 'trans' porque bajo el paraguas de 'lo trans' van todas las propuestas del movimiento 'queer' en las que caben los géneros más diversos (agénero, genero fluido, transvesti, tercer sexo, two-spirit, etc.).

La clave para este cambio radical es otra palabra talismán para el progresismo postmoderno: la autodeterminación (de género). ¿Cómo es posible oponerse a la autodeterminación, cualquier cosa que se entienda por ella?, se preguntan los radicales progresistas de izquierdas y los liberales conservadores de derechas. La ley ha sido apoyada por el PNV y Cs, ahora unidos por la autodeterminación con ultraconservadores como Vox y JxCat, radicales de izquierda como Bildu y la CUP y partidos atrapalotodo, conservadores e independentistas, como ERC.

El PNV es comprensible, pues oye autoderminación y se ponen a desfilar al paso de la oca, pero, ¿qué hace ahí Cs, que en su despiste liberal confunden la autodeterminación (palabra de la que deberían huir como gatos escaldados) con el liberalismo que dicen profesar? Lo sorprendente es que no se hable casi nada de las miles de personas que desde 1999, cuando se abrió la primera unidad de reasignación de sexo en Andalucía dentro del sistema público, ni de los resultados de aquella experiencia luego compartida con otras muchas unidades del país, ni de sus verdaderos problemas para encontrarles adecuadas y satisfactorias soluciones sociales, clínicas y antropológicas. Y no lo hacen porque no es esta una ley que pretenda resolver los problemas de personas de carne y hueso, sino introducir una bomba ideológica en el interior del sistema. No parece otro el objetivo que, desde su toma de posesión, ha tenido la señora Montero, con la complicidad de demasiados tontos útiles. Afortunadamente ha habido muchas mujeres progresistas conscientes de la trampa y han conseguido parar el trámite de la ley. Desde luego esto va a tener un alto coste para el PSOE. No tanto electoral cuanto en la estabilidad del gobierno de coalición. Esta ley ha sido el único proyecto político relevante del Ministerio de Igualdad. Si la señora ministra no consigue sacarla adelante, y esperemos que no la consiga, no va a tener más remedio que seguir los pasos del señor exvicepresidente Iglesias. La política es el arte de lo posible y de lo imposible. Bienvenido el PSOE a la ética de mínimos, su lugar natural.

Las revoluciones, para los revolucionarios y que cada cual que cargue con su muro de las lamentaciones. Habrá que estar atentos para que los coletazos de la hidra no tiñan de rojo el decorado. Los cambalaches en política están en su propia naturaleza. Un artículo de Lluis Rabel ('No disparéis al pianista'), representante histórico del catalanismo de izquierdas y expresidente de las confluencias de Podemos en Cataluña, aplaudiendo el rechazo de la ley, debería tranquilizarnos de que el gol no venga por la escuadra nororiental del país. En todo caso, como persona comprometida con la atención clínica a las personas transexuales, (los principales perjudicados de esta ley), solo me queda exclamar con LR: ¡Ojalá ganen las feministas!


Comentarios

Entradas populares