¿Regresión al pasado?. Charla con Ricardo

¿Regresión al pasado? (Charla con Ricardo)

 

Mi amigo Ricardo siempre fue muy “realista” o aunque yo más bien diría, pesimista. Por eso cuando  ayer me lamentaba de la evolución actual del mundo me dijo que era un iluso o un idealista desinformado.

La charla que tuvimos anoche por teléfono era una más de tantas. Le comenté que acababa de ver un excelente documental de la segunda guerra mundial y de la etapa inmediata siguiente a esta confrontación y que a pesar de todo lo que ya conocía de la misma había quedado consternado, horrorizado, triste y pensativo.  




 

Observé en aquel documental los niveles extraordinarios de maldad, racismo, violencia, empleo de riquezas y de inteligencia para la destrucción de seres humanos con un afán de poder y de dominio culminados con broches de oro como los campos de concentración, la destrucción completa de ciudades, violaciones masivas o el colofón final del lanzamiento de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki.

Sé que el ser humano a lo largo de la historia ha cometido actos similares según sus capacidades técnicas en cada momento histórico. También sé que a pesar de lo que vio el mundo en la segunda guerra mundial donde las acciones inhumanas cometidas ya fueron registradas a través de escritos, fotos o filmaciones que se conocieron en todo el planeta pero a pesar de ello continuaron las guerras como las de Corea, Vietnam, medio oriente o las de África y las que hoy son contemporáneas nuestras como la de Siria o las acciones del fundamentalismo islámico terrorista.

 

Tampoco he olvidado a aquellas sociedades que se creían más alejadas de estas confrontaciones y toleraron o apoyaron tremendas vulneraciones de los derechos humanos donde la ejecución, desapariciones o torturas eran las acciones ejecutadas desde el poder gubernamental, caso de Argentina, Chile entre muchos otros.

En fin, todo esto ya lo conocía, sin embargo pensé al igual seguramente que muchísimas otras  personas que la humanidad había aprendido de todo ello y que había intentado por diferentes medios, como  las Naciones Unidas y la declaración de los derechos humanos entre otros,  que estos hechos no volviesen a ocurrir.

 


La barbarie de la segunda guerra mundial acabó hace menos de ochenta años y yo creía, visto lo visto, que la humanidad había aprendido la lección para jamás volver a repetirla.

Lamentablemente hoy persisten muchos conflictos armados, éxodos masivos de población por las guerras, hambre, fanatismos, creencias en teorías conspiranoicas descabelladas, resurgimientos de nacionalismos excluyentes, populismos y el predominio en sectores de la sociedad de dos defectos de la especie humana como son la imbecilidad y la codicia. Ésta última con frecuencia asociada al afán de poder político y otras incluso situándose por encima de este ya que dominan a los políticos indirectamente. Podría nombrar a muchos personajes actuales que representan esos defectos pero como muestra basta uno, Donald Trump. Parece increíble que un individuo con sus características gobierne al país más poderoso del mundo e influya en lo pasa en todo el planeta.

 

Si ya la imbecilidad, la codicia y la pérdida de valores conducen  a la humanidad a una situación de acciones autodestructivas surge ahora para colmo, una pandemia donde un enemigo microscópico produce millones de infectados, centenares de miles de muertos, la destrucción de la economía y por lo tanto del trabajo y de la educación entre muchas otras cosas.



 

Sabemos que durante la historia han ocurrido muchas pandemias con resultados terribles para las sociedades de cada momento pero hoy también sabemos que podemos enfrentarla con más éxito para minimizar sus efectos mediante la ciencia, la investigación, la solidaridad social y gubernamental, la unión de países y adaptarnos a un cambio de mentalidad que nos permita comprender que estamos en una nueva época. No podemos comportarnos como antes de la pandemia. Tenemos que aprender a vivir con ella hasta que la podamos erradicar. El equilibrio salud-economía es difícil pero hay que conseguirlo siendo conscientes que ya no estaremos como antes.

 

Para conseguir estos objetivos hacen falta mentes lúcidas, solidarias, inteligentes que sobrepongan el interés general sobre el interés parcial, partidario o el rastrero afán de poder político en circunstancias en las que todos debieran cooperar y saber llegar a acuerdos.



¿Podemos confiar en políticos que se niegan a acordar, a disminuir sus planteamientos partidarios, a mentir, o a no reconocer errores, o peor aún aquellos que ven en esta situación una oportunidad de crecer en sus ambiciones personales o grupales?. La respuesta es no.

 

 No podemos confiar en ellos, por lo que tenemos que exigirles miras más globales, controlarlos, destituirlos, no votarlos y denunciarlos para que el resto de la ciudadanía si no hubiese visto con claridad sus acciones, las conozcan y vayan siendo estos políticos aislados democráticamente de cara a un futuro cercano.

Otros enemigos de la convivencia y el progreso son los negacionistas de la pandemia, del virus, del cambio climático, de las vacunas, etcétera y en ocasiones somos cómplices indirectos cuando les ayudamos a expandir sus mentiras por las redes sociales.

 



El momento histórico que vivimos es muy difícil y complicado. Todo el mundo saldrá peor que antes de la pandemia excepto al parecer el grupo de los más ricos del mundo ligados a las empresas tecnológicas entre otras que ya han incrementado sus riquezas desde que comenzó este problema sanitario.

En fin, después de contarle estas opiniones mías a Ricardo, se quedó unos segundos callado y me dijo-- ¿y tú que esperabas?

Ya no le contesté pero pensé para mis adentros que creía que los ciudadanos debían combatir democrática y activamente a las manifestaciones de la imbecilidad humana, a los codiciosos y a los que sobreponen el afán de poder sobre el interés general.

 

Volví a soñar con la cultura, la educación de calidad, la investigación, la democracia, los valores cívicos y la solidaridad para afianzar un mundo más justo y libre.

Pensé que seguramente volveremos a tener otras pandemias pero el enemigo mayor a enfrentar probablemente sea la carencia de una visión y valores que mantengan y hagan progresar a la humanidad en un marco de justicia y libertad alejándonos de la ya consabida imbecilidad humana y el afán desmedido de poder.

 

Carlos Bustamante

 

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