"Biografía de la inhumanidad". Entrevista a José Antonio Marina

Entrevista al filosófo y pedagogo  José Antonio Marina

 

José Antonio Marina: «No hay nada más peligroso que la estupidez como motor de la historia»

 

https://www.diariosur.es/culturas/jose-antonio-marina-filosofia-malaga-20220211194035-nt.html

 

El pensador y escritor reflexiona sobre la crueldad y la inhumanidad 

 

Francisco Griñán entrevista a José Antonio Marina (Diario Sur)




 

El filósofo, pedagogo y escritor José Antonio Marina (Toledo, 1939) no es de los que ve pasar el mundo sin aportar su opinión. En su último libro, 'Biografía de la inhumanidad' repasa la genealogía de la crueldad a través del desarrollo del hombre. Ese es el título y el tema que también ha elegido para la clausura este sábado del Festival de Filosofía del Centro Cultural La Malagueta en una charla junto al coordinador del ciclo José Carlos Ruiz (20 horas). El autor reflexiona en esta entrevista sobre la violencia y la atrocidad, a la vez que alerta sobre la falta de debate en nuestros días y el exceso de superficialidad. Y haciendo autocrítica, incluye en el saco a los propios filósofos.

 

-¿Qué nivel de crueldad soportamos hoy día?

 

-Vivimos una crueldad de baja intensidad. Posiblemente el comportamiento más cruel que tengamos está siendo con los migrantes a los que no les hacemos mucho caso. Dentro de unos años nos parecerá muy inhumana la actitud que estamos teniendo, igual que ahora nos lo parece nuestra actitud con los esclavos o con las madres solteras. 

 

-¿Somos más civilizados que nuestros abuelos?

 

-Todos tenemos que reconocer que la humanidad ha progresado mucho en casi todas las dimensiones. Sin embargo, de repente sufrimos colapsos morales y bajamos a la atrocidad. ¿Cómo puede ser que en el siglo XX que se inventó la seguridad social hubo dos guerras mundial o una guerra civil? Una de las cosas que nos pasa ahora es que perdemos el sentido de la compasión. Estoy notando un descrédito de la compasión que nos lleva a ser insensibles y abre el camino a males mayores. Hay que tener mucho cuidado con la perversión de los sentimientos, que nos lleva a la perversión de las conductas que es más serio.

 

-La crispación vuelve a estar muy presente.

 

-Estamos en el plano político con una violencia y una tosquedad en los modos y una dialéctica de amigo/enemigo en la que el ideal es que mi partido sea el único en el mundo. Uno de cada cinco adolescentes piensa que no hay violencia de género y que es una invención. Ahí hay una tosquedad en los sentimientos que me parece peligrosa.

 

«Estoy notando un descrédito de la compasión que nos lleva a ser insensibles y abre el camino a males mayores»

-En España ya tenemos partidos en los extremos que antes no teníamos. Supongo que son el reflejo de la sociedad.

 

-Voltaire decía que la historia no se repite nunca, los seres humanos se repiten siempre. En España hemos vivido épocas de mucha violencia y deberíamos aprender de ella. El proceso que se vivió desde el comienzo de la República española fue una violencia de todos contra todos que por algún sitio tenía que estallar. El mismo Azaña se preguntaba cómo se podía estar en ese ambiente de enemistad. Debemos aprender de la historia. 

 

-¿Y cómo estamos ahora?

 

-Todas las culturas se han enfrentado al problema de la agresividad de unos contra otros. Y todas han puesto tres barrerasUna son los sentimientos sociales, como la compasión, la simpatía y el respeto actúan como una barrera fuerte. Y en este momento no veo que se haya derrumbado, pero veo fisuras. Una segunda presa por si se rompe la primera son las normas morales, lo que es bueno y es malo, como puede ser matar al prójimo que está mal moralmente, pero también puede caer. Y la tercera barrera son las instituciones y el sistema jurídico que te pueden castigar si eres agresivo. Las dos últimas están funcionando bien. La que se está resquebrajando es la primera al asistir a una zafiedad de los sentimientos y si eso falla, el siguiente embate va a ir sobre las normas morales y veremos a ver si resisten.

 

-Ese mundo insensible es particularmente visible en las redes sociales, pero en la relación de las personas me cuesta verlo.

 

-Pues tiene toda la razón y hay dos casos en los que se ven mundos distintos. Por un lado, la violencia de los políticos no se corresponde con la de la calle. Sobre la situación del independentismo en Cataluña, cada vez que he ido a Barcelona no he encontrado a la gente en pie de guerra. Los políticos, en vez de pacificar, encrespan. La otra son las redes sociales que son una fuente de agresividad, con mensajes breves que movilizan las pasiones. Los que tenemos muchos años y vimos aparecer Internet creímos que íbamos a asistir a una ilustración generalizada. Pero las redes sociales se han convertido en un mundo oscuro, violento y con poca racionalidad que está fomentando el narcisismo, la vanidad y la agresividad. Nos hemos equivocado en la dependencia de las redes. 

 

-Gobernar ese mundo digital más allá de apelar al sentido común de las personas tiene el riesgo de la censura.

 

-La solución de China que es la censura tampoco es la respuesta. El éxito de las redes es que te divierten y te entretienen, lo que está produciendo continuamente adicción. Nos dan premios y a cambio les damos los datos. Estamos alimentando al monstruo que después no sabemos lo que va a hacer con nuestros datos. Ahí está el escándalo de Cambridge Analytics, el Brexit y las elecciones de Trump. La sociedad no está teniendo la capacidad de reacción suficiente.

 

«En la segunda mitad del siglo XX, muchos filósofos conquetearon con esto de que la verdad es relativa e hicieron mucho daño porque se ha perdido la confianza en la verdad»

-¿Debe intervenir esa tercera barrera de la que habla que son las Administraciones?

 

-Sí, los estados deberían tomar alguna medida. Ahora Zuckerberg está pensando retirar Facebook de Europa porque la UE le ha dicho que los datos de los europeos no los mande a EE UU, con lo que ha visto que se le va parte del negocio. Esa es la única manera de poder limitar el poder de las grandes compañías informáticas. El ciudadano de a pie se ha enviciado con las redes y le va costar trabajo prescindir de ese hábito. Y estamos teniendo muchas adicciones. No hay nada peor para un chico o chica que sentirse desconectado. No lo soporta. Tenemos un problema en la escuela para que apaguen los móviles porque necesitan sentirlos aunque sea en modo de vibración, porque si no se encuentran perdidos. Y no veo una reflexión seria sobre esto en el mundo educativo o político.

 

-¿Sobra superficialidad y falta profundidad?

 

-No hay debate público porque a la gente no le interesa debatir, ya que hay que leer y es un aburrimiento. Vamos a lo fácil y al tuit, en el que solo te pueden decir dos líneas. Estamos pasando por una época de empobrecimiento de los argumentos. Nadie escucha a nadie y nadie tiene nada que decir. Hacer política con los tuit como hacia Trump es de una simpleza tremenda. No hay nada más peligroso que la estupidez como motor de la historia. 

 

-¿Fruto de esto es el negacionismo que ha resurgido con la pandemia?

 

-Cuando se habló de la posverdad, en realidad eso ha existido siempre porque siempre alguien ha querido engañar al otro. Lo que ha cambiado es que ahora lo aceptamos. Frente a un hecho siempre hay una versión alternativa, así que cada uno elige el que más le gusta y esto es un disparate. Y ahí tenemos culpa los filósofos que, en la segunda mitad del siglo XX, muchos conquetearon con esto de que la verdad es relativa e hicieron mucho daño porque se ha perdido la confianza en la verdad. Por eso, la filosofía ha perdido su capacidad crítica, así que no me extraña que mucha gente diga que hay que sacar la filosofía del sistema educativo. 

 

-Cuidado que estamos en un Festival de Filosofía…

 

-Sí, ya estoy haciendo amigos. Pero los pensadores deben demostrar ahora que la filosofía es útil.

 

 

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